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El monstruo

PRÓLOGO


En  un monte, en una aldea alejada y escondida se encontraba sentado un hombre, encima de una cabeza esculpida en dicho monte. Era un hombre adulto, con muchas cicatrices, provocadas por la gran guerra que es la vida. Estaba fumando, con la mirada perdida en el horizonte, sus pensamientos muy lejos de su aldea, de su cuerpo. 

-Eso te matará tarde o temprano.-se escuchó la voz de otro hombre, justo detrás del primero. 

El otro hombre se acercó hasta quedarse parado al lado de la figura del primer hombre, rubio. El rubio rió con ganas, sacandose el cigarrillo de la boca y expulsando el humo con una sensualidad que no afectó al hombre de pelo moreno.

-Esa es la intención, Shikadai.-Boruto se giró a mirar a su mejor amigo, quién le devolvió la mirada con desaprobación.

-No deberías decir eso.-los dos volvieron a mirar hacia el horizonte.-No cuando tienes una familia a la que cuidar.

Boruto sonrió con una nostalgia extraña en la mirada, y también en todo su cuerpo.

-Tienes razón.-una sonrisa sin gracia se posó en sus labios.-Tienes razón.

Shikadai lo miró, suponiendo la razón por la que su jefe estaba tan extraño ese día. Suspiró.

-Tómate el día libre.-Boruto se giró a mirarlo impresionado.-Yo me ocupo de todo hoy, vete. 

-¿Estás seguro?-Shikadai asintió con convicción.

-Sí, lo necesitas.-Boruto sonrió.

-Gracias.-Shikadai le devolvió la sonrisa y se fue. 

Boruto se quedó ahí un rato más, hasta acabar su cigarrillo.  Luego se levantó y se fue, pasando de tejado en tejado hasta llegar al de su casa. Bajó y entró en ella por la ventana de su despacho. Pasó de largo de su mesa, sin dirigirle una segunda mirada a las fotos de su despacho, sabiendo que se rompería si se paraba en ese momento. 

Salió de su despacho y puso rumbo a su habitación. Sin embargo, se vio parado a mitad del pasillo.

-¡Papá!-dos gritos a sus espaldas le hicieron detenerse y sonreír. Se giró y miró a sus dos hijas más pequeñas.

-¡Hola, preciosas!-exclamó y luego se agachó con los brazos abiertos, listo para recibir a sus niñas. Ellas corrieron hacia su padre y saltaron a sus brazos. 

-Has llegado muy temprano hoy, papá.-dijo una de ellas, de pelo rubio y largo y ojos amarillos, la mayor de las dos, Aiko. La otra, dos años más pequeña que su hermana, de pelo blanco y ojos negros asintió con entusiasmo.

-¡Te quedaras a comer hoy con nosotros!-exclamó la pequeña, Dai. Boruto sonrió y besó las mejillas de las dos.

-Me temo que no.-ellas se desilusionaron.-Lo siento, preciosas, solo he venido a recoger unas cosas que necesito.-Boruto sonrió.-Pero prometo estar aquí para cenar, como siempre.

Las niñas asintieron, un poco más contentas. 

-Las cosas que necesitas están encima de la cama.-los tres miraron en la dirección de la cual había provenido la voz. Boruto sonrió, de una forma brillante y sincera, al ver a su cónyuge parado en medio del pasillo, mirándolos con atención.

-Mitsuki.-el rubio se levantó y camino hasta su esposo, dándole un suave beso en los labios al verlo.-Gracias.

Mitsuki solo sonrió encima de sus labios, las dos niñas pasaron corriendo a su lado.

-Sabía que vendrías.-contestó él, una vez se fueron sus dos hijas. Boruto solo sonrió, pues sabía que su doncel lo conocía muy bien, y luego se giró para comenzar a caminar con dirección a la habitación.-Boruto.-el ojiazul se detuvo y se giró para mirar al peliceleste.-Deberías llevarte a Yuu contigo. 

Boruto lo pensó un momento, se giró a mirar la puerta de la habitación del chico y luego volvió a mirar a su cónyuge y asintió.

-Está bien, si.-siguió asintiendo.-Tienes razón. Ahora mismo le aviso.

Mitsuki asintió, sonrió y luego se fue escaleras abajo. Boruto se giró y caminó hasta una puerta cerrada, a la cual llamó antes de entrar.

-Hola, Yuu.-dijo, mientras asomaba la cabeza por la puerta y miraba al chico de cabellos negros, tumbado boca abajo en su cama, leyendo un libro.

-Hola, Boruto-san.-contestó el chico, girándose para mirar al hombre que lo había acogido en su casa.

-Ya te he dicho que no hace falta que me llames así.-Boruto entró y se sentó en el filo de la cama.-Voy a ir a un lugar hoy y quiero que me acompañes.-miró la reacción del chico. Él le miraba inseguro.

-¿A mí?-preguntó.-¿No prefiere llevarse a alguno de sus hijos?

Boruto le sonrió.

-Sabes que eres como un hijo para mí, Yuu.-el chico se sonrojó un poco.-Además, es un lugar que quiero que precisamente tú veas.

El chico asintió, aún inseguro. En ese momento dos gemelos entraron en la habitación como un par de huracanes.

-¡Otosan!-gritaron los dos a la vez, mientras se lanzaban sin previo aviso encima de Boruto, tirándolo de espaldas en la cama y llevándose a Yuu con ellos.-¡Okasan dice que irás a un viaje, llévanos contigo!

Boruto rió con ganas. Sus gemelos siempre habían sido así de intensos, eran sus hijos mayores, y por eso los tenía un poco más mimados que a los demás, aún estaba aprendiendo a ser padre, por lo que les dio todo lo que querían, siempre. Pero estaba muy feliz con sus chicos, con todos ellos.

-Bueno...-Boruto miró a Yuu, que simplemente asintió con una pequeña sonrisa.-Está bien, iba a llevar a Yuu conmigo igualmente, así que dos más no harán gran diferencia.

Los dos gemelos se miraron muy indignados cuando les dijo que se iba a llevar a Yuu sin decírles.

-¡Pretendías separarnos de Yuuchi!-gritó la chica, Akira. 

-¡Sin decirnos nada!-exclamó el chico, Kira.

Boruto rió.

-Lo siento, lo siento.-acarició las cabezas de sus gemelos.-No volveré a intentarlo. Lo prometo.

Los dos chicos asintieron, con idénticos pucheros en sus rostros. Provocando una risa en Yuu, cosa que hizo que dejasen de estar enfadados con su padre para observar al chico con admiración. 

-Bien.-Boruto se levantó, dejando a los tres chicos en la cama.-Vestiros y coged vuestros equipamientos ninja. Luego os quiero en mi despacho.

Los tres asintieron, los gemelos aún mirando al otro chico con admiración.

Boruto caminó hasta su dormitorio, dónde vio encima de su cama la capa y la espada que significaban tanto para él. Sonrió con nostalgia.

-¿Que haría yo sin ti, Mitsuki?-susurró, mientras acariciaba la tela de la capa.

-Nada bueno, seguramente.-se escuchó detrás del rubio, que se giró hacia la puerta, donde vio apoyado a su doncel, a quién le sonrió con amor.

-Seguramente.-contestó, provocando una sonrisa en el otro.

-Os he preparado el almuerzo.-dijo Mitsuki, mientras le extendía varios bentos.-Para los cuatro.

Boruto lo miró con los ojos entrecerrados.

-Tú sabías que me los llevaría.-sonrió y se acercó a su cónyuge.-A los tres.

Mitsuki sonrió.

-Es posible.-le dio un pequeño beso en los labios a su esposo.

-Gracias.-Boruto cogió los bentos y luego abrazó a Mitsuki por la cintura y le besó la mejilla.-Por todo.

-No tienes nada que agradecer.-sonrió con cariño.

Mitsuki luego se fue de allí, dejando que Boruto se cambiara. Después de cambiarse fue hacia su despacho, y se sentó detrás de la silla de su escritorio, mirando una foto que se encontraba allí. 

Esa foto. 

Esa maldita foto. 

La cogió y la acarició con cariño, una lágrima bajando por su mejilla y cayendo en la foto.

-¿Papá?-preguntó Akira con duda antes de que ella, su hermano y Yuu entraran al despacho de su padre. Boruto volvió a dejar la foto en el escritorio mientras se enjugaba la lágrima que se deslizaba aún por su mejilla y les sonrió a los tres chicos antes de señalar los bentos que Mitsuki había hecho para ellos.

-Hay uno para cada uno.-dijo, los tres niños asintieron antes de coger uno. Luego se quedaron ahí, mirando a su padre.-Vamos a ir a visitar la tumba de alguien muy importante.

En ese momento, Kira y Akira parecieron recordar algo.

-Es verdad...-susurraron los dos a la vez. Luego los dos miraron a su padre con una mirada diferente.-Hoy es el aniversario de su muerte.

Boruto sonrió con tristeza.

-Sí, lo es.-contestó el rubio. 

Yuu se veía perdido.

-¿El aniversario de la muerte de quién?-preguntó, confundido.

-Lo verás cuando lleguemos a su tumba.-contestó Boruto.

Y así, partieron, saliendo de la aldea y viajaron durante casi todo un día hasta llegar a un bosque, un bosque que Boruto conocía muy bien. Al fin y al cabo, fue allí donde murió, no cualquier persona, sino la persona más importante de la vida del rubio. Para cuando llegaron a un árbol en concreto, Kira y Akira ya habían explorado el bosque con la mirada y Yuu se intrigaba cada vez más con la tristeza que parecía rodear a los miembros de la familia Uzumaki. 

Sin embargo, todo quedó muy claro cuando vio la inscripción en el árbol delante del cual Boruto se había detenido.

-Oh...-murmuró Yuu, comprendiendo muchas cosas ahora. Boruto sonrió con nostalgia mientras limpiaba las hierbas que medio tapaban la tumba improvisada.

-Sí. Oh.-murmuró el rubio. Mirando el nombre grabado en el árbol. El nombre que él mismo grabó, herido y desfalleciendo, con un kunai, y la sangre  de esa persona en sus manos.

-Es...-Yuu tragó saliva con dificultad.-Es tu madre.-Boruto asintió, mientras los gemelos se agachaban a su lado y Yuu permanecía de pie, creyéndose demasiado fuera de lugar.

-Sí, lo es.-contestó Boruto, empezando a sacar las cosas para rendir culto a la persona que había muerto ahí. 

-Uchiha... Sasuke....-susurró Yuu, no atreviéndose a decir el nombre más alto.

Boruto sonrió con nostalgia, recordando a ese hermoso doncel que había sido su madre.

-Uchiha Sasuke.-repitió, con convicción. 

Ese hermoso doncel al cual El Monstruo había destruido, mucho antes de su muerte, mucho antes de la 5 Guerra Mundial Shinobi...

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