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  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Dark Paradise

PRÓLOGO


En la esquina de una sala abarrotada de emperesarios y personas demasiado ricas con demasiado tiempo libre, se encontraba un joven músico y heredero de una de las empresas discográficas más famosas del momento.

Harry Potter miraba a todas las personas de esa sala con una copa de champán en la mano y unos ojos vacíos que hacían estremecer a todo el que cruzaba miradas con él. No es como si a Harry le importase o pudiese cambiar algo respecto a su mirada, al fin y al cabo, la única posible cura para el Síndrome de Muertos en Vida era encontrar a su alma gemela, y no es como si Harry creyese en esa clase de mitos, así que no había nada que hacer.

-Tienes que dejar de aislarte así en estás reuniones sociales después de habernos arrastrado a todos nosotros contigo, Harry.

Harry giró el rostro ligeramente para ver a su manager, Hermione Granger, mirarle con el ceño fruncido por su actitud hermitaña, ceño fruncido que no le duró mucho antes de suspirar con cansancio, ya sabiendo que esa era una batalla perdida.

-Ya sabes que solo vengo porque estoy obligado a ello por ser el heredero de la discográfica Gryffindor.

-Sí, lo sé. Pero deberías ponerle más entusiasmo, o al menos fingir que lo haces.

-No puedo fingir una emoción que nunca he experimentado, Hermione. Nunca he sentido nada, en toda mi vida. Soy totalmente incapaz de identificar las emociones que mostráis. ¿Cómo quieres que las imite?

Hermione apoyó su mano en el hombro de Harry y se giró hacia la multitud de trajeados.

-Tienes razón. Lo siento.

Harry no lo sentía, y odiaba que la gente siempre le dijera eso cuando les recordaba que estaba vacío por dentro desde que tenía memoria, pero su madre no le había criado para ser un maleducado, así que simplemente bebió otro sorbó de su champán, que le sabía exactamente igual que todas las otras bebidas que había provado a lo largo de toda su vida. A nada.


En otro rincón de la abarrotada sala, otro hombre con una mirada tan vacía como la de Harry Potter examinaba todo el lugar en busca de las personas con las podría hacer negocios que beneficiaran a su empresa.

Tom Riddle era un exitoso empresario que había levantado la Compañia Slytherin desde cero a una temprana y ahora era el dueño del mayor imperio empresarial de los últimos años, sin mencionar que también era el que más áreas de negocios trataba, desde bancos hasta pastelerias, nada era poco para la Compañia Slytherin.

-He encontrado a los dueños de la discográfica Gryffindor, señor. ¿Quiere ir a saludarlos?

Tom miró a su mano derecha, Lucius Malfoy, con los ojos entrecerrados. Ciertamente, había pensado en expandirse al área musical últimamente, pero no estaba seguro de que el matrimonio Potter estuviese muy dispuesto a negociar con él. Al menos, no después del gran malentendido que había habido entre él y Dumbledore, el benefactor de la discográfica Gryffindor, hacía unos años.

-Nunca llegarás a nada si no das el primer paso, incluso si ese primer paso termina en una caída.-Tom murmuró las palabras que el viejo Salazar solía decirle cuando era su estudiante.

-Vamos a hablar con ellos, Lucius.

-Sí, señor.

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