top of page
  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Gemelos

CAPÍTULO 67


Una semana después de la noche donde el corazón de Lily Potter dejó de latir todas las personas que la conocían estaban reunidas en la Mansión del Valle de Godric, dando el pésame a su marido y su hijo.

Todos los presentes estaban vestidos de negro, todos lloraban la pérdida de tan maravillosa mujer. Aunque, por supuesto, no todos las lágrimas eran de dolor sincero, más de dos tercios de las personas reunidas en la casa de la familia Potter eran personas a las que Lily solo había visto una vez en su vida y algunas de ellas eran incluso personas con las que la bruja no había tenido una buena relación en vida. Sin embargo, estaban ahí, llorándola, a pesar de que la familia de la difunta señora Potter (la secta) sabía demasiado bien que eran lágrimas de cocodrilo.

Harry miraba a todos esos hipócritas que lamentaban falsamente la muerte de su madre con puro odio bañando sus expresiones. Tanto era así, que incluso, de sus puños cerrados con fuerza empezaron a salir pequeños hilos de humo negro, avecinando así una posible pérdida de control. Tom, al verlo, agarró una de las manos de su hermosa Esmeralda con cariño y le susurró:

-Tranquilízate, Hortensia. Si te alteras demasiado tendrás que irte del funeral, y realmente necesitas despedirte de ella por última vez.-al ver que sus palabras no lograron el efecto calmante que se suponía que tenían que lograr, Tom probó con otra cosa.-Ella hubiese querido que sus dos hijos estuviesen presentes a la hora de decirle el último adiós. Por favor, Harry, cálmate. Por Lily.

Harry abrió las manos al instante pero, lejos de calmarse, se volvió hacia Tom, su rostro pasando del odio más puro a la expresión más vulnerable que el mago mayor le había visto jamás. Ni siquiera cuando era un niño.

Sus ojos estaban más grandes de lo normal, enrojecidos por las horas y horas de lágrimas sin fin que el adolescente había estado aguantando desde que se le notificó la muerte de su madre, hinchados por las veces que había frotado sus ojos con rabia cuando las lágrimas aguantadas habían escapado de sus ojos, rodando por sus mejillas, que habían estado mortalmente pálidas hasta ese instante, ahora estaban enrojecidas con un rubor que no parecía nada saludable, sus labios, apretados en una fina línea blanca hasta hace un momento, ahora temblaban desconsolados, intentando contener un sollozo en el fondo de su garganta.

Tom miró abajo al sentir la mano que había agarrado con delicadeza temblar en su agarre, dándose cuenta de que no eran solo la mano y los labios, sino que todo Harry estaba temblando de arriba abajo, temblando con fuerza, como si el último hilo que lo había mantenido compuesto hasta ahora se acabase de romper y todas las barreras y máscaras que había construido a lo largo de su vida se hubiesen destruido de un solo plumazo. Dejándolo, allí, totalmente vulnerable y a merced del primero que tratase de aprovecharse de él.

Tom Riddle sintió su corazón desgarrarse ante la desoladora vista del chico al que amaba con locura. Viéndole sufrir de esa manera tan cruda por la muerte de su madre solo hacía que el ex-Señor Oscuro quisiera estrangular a la propia Muerte con sus propias manos por causar que su preciosa Esmeralda sufriera de esa manera.

Pero no podía.

Lo único que podía hacer era abrazar a Harry con todas sus fuerzas y ser el hombro sobre el que el chico pudiese vaciar todo su dolor. Comenzó a arrullarlo susurrándole al oído una y otra vez: "Todo estará bien", sin saber si realmente sus vidas llegarían a estar bien de verdad alguna vez después de todo aquello.



La ceremonia en sí del funeral se llevó a cabo en la plaza principal del pueblo del Valle de Godric, y ella fue enterrada en el cementerio local. Casi todos los asistentes lloraron mientras enterraban a la maravillosa bruja, excepto los Slytherins. Ninguno de ellos soltó una sola lágrima durante la ceremonia, pero no por ello lamentaban menos su muerte que aquellos que lloraron a lágrima viva (muchos de los cuales ni siquiera lamentaban realmente la muerte de la pelirroja).

Por supuesto, la Orden del Fénix estuvo presente en el funeral, incluyendo a Dumbledore y los profesores de Hogwarts, todos ellos dieron efusivos abrazos a James y Abraham a la hora de darles el pésame. El mismo director de Hogwarts, vestido con otra de sus extravagantes túnicas, presidió el entierro, no permitiendo que James lo hiciera después de ver que el hombre prácticamente no podía ni hablar. Un hecho extremadamente amable de su parte y que, en otras circunstancias, habría hecho a Tom sospechar inmensamente del viejo. Pero por hoy lo dejó pasar, hoy no era el día para sacar esa clase de rencillas. No era ni el día, ni el momento.

El discurso de Dumbledore se basó en resaltar las interminables virtudes de la joven Lily Potter, que se había ido demasiado temprano, pero que en su camino en este mundo había iluminado innumerables vidas con su luz y su bondad, ayudando a todas las personas que lo necesitase sin juzgarlos y sin pedir nada a cambio. El viejo director dio un discurso sorprendentemente acertado sobre Lily Potter y la clase de persona que había sido en vida, sorprendiendo a toda la secta por igual.

Tras unos apagados aplausos, se selló la tumba de la amada mujer, quien pudo disfrutar de la compañía de sus seres más amados hasta su último aliento. Tras ello, una cantidad mucho más reducida de los asistentes comenzó a depositar sus ramos de flores acompañadas de palabras de despedidas llenas de cariño.

Para cuando el último ramo de flores fue colocado acompañado por palabras de despedida casi todo el mundo ya se había retirado. Todos exceptuando dos grupos muy diferenciados: la secta y la Orden del Fénix (repito: Harry (la autora) sigue buscando un nombre mejor para la secta, pero de momento habrá que conformarse con este).

La secta no se había retirado todavía ya que estaban esperando los unos a los otros para poder volver a la Mansión Slytherin todos juntos. Desde la llegada de la enfermedad terminal de Lily todas las personas de la secta que no vivían en la Mansión se habían mudado a esta para poder acompañar y llenar de cuidados y mimos a la pelirroja en sus últimos días. Ahora, tras su pérdida, los miembros de este extraño grupo pasarían juntos el resto de días hasta que los chicos volvieran a Hogwarts en un par de semanas (Tom y Severus con ellos). Tras el inicio del nuevo curso, James permanecerá allí hasta que esté lo suficientemente bien como para poder vivir por su cuenta en el Valle de Godric.

La Orden del Pollo Frito, por otro lado, estaba esperando a que todo el mundo se fuera para preguntarle a James los detalles sobre la muerte de su esposa y si tenía algo que ver con el posible futuro regreso del Señor Oscuro. Además de, discutir sobre el futuro de Abraham. Por ejemplo, Molly Weasley tenía mucho interés en saber qué planes matrimoniales tenía James para su heredero, y, por supuesto, en caso de no tener ninguno, tenía una excelente sugerencia que hacerle (ejemGinnyejem).

Pero al ver que había una considerable cantidad de gente que no se marchaba, la Orden del Pollo Frito solo se pudo impacientar aún más, y algunos de ellos incluso tuvieron la valentía de mirarlos con desdén. Bueno, por algo la mayoría eran Gryffindors. ¿Valientes? Sí. ¿Pero estúpidos a más no poder? También.

Dumbledore, que, de hecho, mantuvo la misma fachada de abuelo bonachón que siempre tenía, fue el primero en hablar, delatándose sin remedio como el más impaciente de todos los presentes.

-¿A qué están esperando estás amables personas para marcharse a su hogar?

Tom sintió ganas de vomitar por las palabras escogidas por su... Por la vieja cabra. También tuvo unas inmensas ganas de escupirle y maldecirlo en la cara, pero tantos años de práctica para perfeccionar sus actitudes Slytherin impidieron que se descubriera así ante el viejo loco.

Harry era una historia completamente diferente. No solo era muy joven, lo que hacía que tuviese muchos menos años de experiencia manteniendo las apariencias que él, sino que además, acababa de perder a su madre y ni siquiera había podido enterrarla en paz. Así que, por supuesto, las palabras de Dumbledore le hicieron estallar.

-¿Y qué están esperando usted y sus seguidores sin cerebro para irse? ¿Acaso esta es su casa? ¿O su funeral? ¿Es incluso su familia, acaso?-Dumbledore no pudo ni contestar, Harry no se lo permitió.-No, no lo es. Así que cállese la boca y lárguese por dónde haya venido. Nadie le quiere ni le necesita aquí, de todos modos. Ni a usted, ni a esos idiotas avariciosos que solo se codean con los Potter para poder aprovecharse de algo de su estatus y dinero.

Toda la Orden del Pollo Frito quedó tan estupefacta que fueron incapaces de decir una sola palabra en contestación a Harry. Todos salvo el idiota sin remedio de Ron Weasley, por supuesto. Él siempre tenía algo que decir sobre los "malvados y oscuros Slytherins".

-¡Y tú qué sabrás! ¡No eres más que una malvada y traicionera serpiente! ¡Si alguien aquí se está juntando con los Potter por su estatus, esos sois vosotros, panda de mortífagos!

Harry realmente estaba en su límite. Su límite de paciencia, pero también su límite de aguante. En la última semana el chico había sufrido demasiado, se había reprimido durante tantos días, no solo de soltar el dolor que llenaba su roto corazón, si no que también se había reprimido mágicamente, cómo no había hecho desde sus primeros años de vida, y eso tan solo había empeorado su condición como obscurus.

Por lo que, por supuesto, que llegase a su límite en ese momento era lo mismo que tener un enorme estallido de magia, llevándose a todo el mundo por delante, y a todos los objetos también. Por suerte, North había sido más rápido y abrazó a Harry desde atrás, dándoles a Tamsin y Morgana la oportunidad de agarrar sus muñecas con discreción y deslizar un par de brazaletes en sus muñecas.

No eran unos brazaletes cualesquiera, Tom se fijó, eran los brazaletes especiales de la bóveda de Morgana que servían para reducir la magia de un obscurus hasta el punto de hacerla casi inexistente, pero dejando la suficiente magia en su cuerpo como para no matarlos, para poder impedir que hicieran daño a otros, o a sí mismos.

Harry estaba tan alterado que ni siquiera notó que el abrazo de North tan solo era una distracción para que Tamsin y Morgana pudieran ponerle los brazaletes para neutralizar su magia.

No, alterado no era la palabra, más bien estaba cansado. Tan cansado.

Solo quería descansar, quería irse a dormir, y al despertarse quería correr a los amoroso brazos de su madre biológica. Quería recibir sus besos y sus mimos, y quería escucharla darle largas charlas sobre transformaciones y sobre lo mucho que adoraba que a sus dos hijos se les diera tan bien esa rama de la magia como a ella. Quería sus delicados dedos recorriendo su cabello mientras les tarareaba a su hermano y a él cualquier canción que se le ocurriera. Quería, quería...

Harry quería tantas cosas.

Y ninguna de ellas era posible ya. Era demasiado tarde, pero al mismo tiempo, era demasiado temprano. Demasiado tarde para pasar más tiempo con la madre con la que había recuperado hacía tan poco tiempo, y demasiado temprano para que ella se hubiese ido para siempre.

Y no era el único que se sentía así: cansado, arrepentido, ansioso por tantas cosas que quería y que ya nunca más podría tener.

James y Abraham se sentían exactamente igual y el resto de la secta también, aunque muchos de ellos en un grado considerablemente menor que el de los tres miembros de la familia Potter (propiamente dicha).

James, al ver que su hijo había sido contenido por ese auror novato que ahora formaba parte no solo de su vida, sino que también de su familia, solo pudo asentir con pesadez, demasiado cansado incluso para dar las gracias a North por su ayuda. Miró a Dumbledore y a la Orden del Fénix y se dio cuenta de que ya no tenía la energía suficiente como para fingir ser amable con ellos, ya no. O al menos, hoy no.

-Director, y el resto, por favor, estamos cansados y tristes. Acabo de perder a mi esposa, al amor de mi vida, y mi hijo ha perdido a su madre, no es el momento de esto. Así que fuera de mi casa.

-¿Disculpa? ¿Qué es lo que has dicho?-preguntó Molly, luciendo extremadamente ofendida y resentida.

-Lo que has oído Molly: largo de mi casa. Todos vosotros. Ahora.

Dumbledore impidió que Molly Weasley o cualquier otro miembro de la Orden del Pollo Frito siguiera discutiendo con James o con cualquier otro miembro de la secta que pillasen.

-Está bien, James, ya nos vamos. Entendemos tu dolor y que necesites tiempo con tu hijo para sobrellevar la pérdida que has sufrido, pero volveremos. Tenemos asuntos importantes a tratar, después de todo.

Y con esas últimas palabras, todos los miembros de la Orden del Pollo Frito salieron de la casa de los Potter, siguiendo al director de Hogwarts como ovejas de un rebaño.

Solo entonces los miembros de la secta pudieron respirar tranquilos. Todos esperaron a que James y Abraham se preparasen para irse a vivir a la Mansión Slytherin el tiempo que necesitasen. Pero, al estar los dos Potter listos para irse, Harry colapsó de forma definitiva, cayendo desmayado en los brazos de North, que había seguido sosteniéndolo hasta ese momento.


6 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Gemelos

Gemelos

Gemelos

Suscríbete para recibir las notificaciones de las actualizaciones de mis historias

¡Gracias por suscribirte!

© 2023 by The Book Lover. Proudly created with Wix.com

bottom of page