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Gemelos

CAPÍTULO 18


Todos los magos de la habitación contuvieron el aliento a la espera de alguna reacción por parte del mayor de los hermanos Black hacia las palabras de Harry.

Esperaron y esperaron, pero nada sucedió.

Severus cayó de rodillas, con una mano agarrándose el pecho a la altura del corazón y sollozando con fuerza, creía que su marido se recuperaría con la reaparición de Harry en sus vidas, de verdad que lo creía. Regulus también empezó a sollozar, no tan fuerte como su cuñado, y abrazó al pocionista intentando consolarlo. Cygnus y Corvus observaban a Harry con cuidado, pues no sabían que estaría pasando por la mente del niño en esos momentos. Tom observaba a su pequeño con dolor, sabía cuánto le dolía que este hubiese sido el resultado de su reencuentro con su querido padrino y se iba a acercar a abrazarlo para consolarlo, pues había escuchado sus sollozos, cuando de repente, todos se quedaron paralizados al escuchar una voz, totalmente desgastada por los años que había estado en desuso, susurrar:

-Hola, Harry. Has crecido mucho desde la última vez que te vi.

Ahora las lágrimas eran de alegría.

¡Sirius había vuelto! ¡Harry lo había traído de vuelta!

El niño se lanzó a los brazos de su padrino con entusiasmo mientras más lágrimas se deslizaban por sus sonrojadas mejillas. Sirius devolvió el abrazo al niño con la misma efusividad, había echado tanto de menos a su ahijado, creyó que había muerto y que no lo volvería a ver jamás, y ahora estaba allí, entre sus brazos.

Sirius no podía estar más feliz.

Al principio no había querido mirarlo y llevarse una decepción al no ser su cachorro, pero el niño se había acercado, cogiéndole la mano con cariño, pero lo que había hecho que reaccionara y lo mirara había sido su voz, tan dulce e inocente, tan idéntica a los sonidos que hacia su ahijado cuando tenía un año, y cuando por fin lo miró, lo reconoció enseguida. Había crecido, sí, pero esos rasgos delicados y esos ojos esmeraldas los reconocería en cualquier lugar. Tardó tanto en poder hablar por el shock de descubrir que su amado ahijado seguía vivo, que lo había dejado paralizado, más de lo que ya estaba por la depresión.

-Te he echado tanto de menos, Sirius.-susurró Harry contra el cuello del mayor.

-Y yo a ti también, cachorro.-le contestó el antiguo león, estrechándolo más cerca de su cuerpo, no quería soltar a su ahijado, pero sabía que les debía mucho a su hermano y su amado esposo.

Por lo que alejó al joven mago de su cuerpo y se giró a mirarlos, al primero que sus ojos captaron fue a Severus, de rodillas en el suelo, llorando a lágrima viva mientras una gran sonrisa, como las que no le veía desde su época en Hogwarts, surcaba su rostro, haciendo que a los ojos de Sirius pareciera el mismísimo Sol iluminando esa pequeña habitación. El exgryffindor extendió una mano hacia su marido con una sonrisa, mano que el pocionista tomó sin dudarlo para, acto seguido, sentarse en el regazo de su pareja mientras lo abrazaba con amor, diciéndole sin palabras lo mucho que lo había extrañado y lo difícil que había sido estar viendo como se consumía poco a poco todo este tiempo sin poder hacer nada para ayudarlo.

Sirius solo le acarició la cintura mientras susurraba "Gracias" una y otra vez contra el cuello del exslytherin. Una vez Snape se hubo calmado y bajado de su regazo, fue el turno de Regulus de reclamar la atención de su hermano. Sirius recibió a su pequeño hermanito con los brazos abiertos y susurrando "Lo siento" contra su cabello después de haberle besado la frente. Cuando todos se hubieron calmado, lo primero que Severus, Regulus y Harry obligaron a hacer a Sirius fue a comerse una buena comida que, sinceramente, el hombre ansiaba.

Después, Sirius miró a los tres, o bueno, cuatro contando al bebé, desconocidos que estaban en su casa y enarcó una ceja, al más puro estilo Black.

-Y...-empezó, con voz grave y un poco rasposa aún, pues llevaba años sin hablar y aún tenía que volver a acostumbrarse a hacerlo.- ¿quiénes son nuestros otros invitados, amor?

Severus sonrió por volver a escuchar el apodo, que no había escuchado en años, salir de los labios de su amado marido. Iba a contestar, pero Harry se le adelantó.

-Ellos son Tommy, Cygnus, Corvus y Octans.-el pequeño señaló a cada uno de ellos en el orden en el que los nombró, para que Sirius tuviera claro quién era quién.-Tommy es mi alma gemela, Cygnus y Corvus son mis tutores privados y Octans es su hijo.

-Es una forma bastante resumida de decirlo,-habló Tom, mirando con cariño a su esmeralda mientras le pellizcaba un moflete por ser demasiado directo.-pero es básicamente eso.

Sirius abrió la boca y volvió a cerrarla, boqueando como un pez fuera del agua durante unos instantes por la impresión. Severus y Regulus se rieron de la reacción del animago, el cual los fulminó con la mirada. Este intercambio provocó que los dos magos de pie sintieran nostalgia, pues esto era exactamente igual a tantos momentos vividos en el pasado, tantos recuerdos bonitos. Después de creer que nunca más tendrían la oportunidad de vivir algo así, en ese instante se sentían tan felices que no cabían en sí de la dicha. Habían logrado lo imposible, curar a Sirius.

Los ojos de ambas serpientes se empañaron y, a pesar de que intentaron disimularlo, Sirius se dio cuenta de la humedad en los ojos de ambos y les sonrió con cariño justo antes de darles las manos a los dos y apretarlas, tratando de transmitirles que todo iba a estar bien de ahora en adelante y que no tendrían que preocuparse, ahora que volvía a estar bien no volvería a caer en una depresión así nunca más, sin importar lo que pasara, tenía un hermano y un marido que se preocupaban por él y ahora había recuperado a su ahijado. Se esforzaría por ponerse bien y por no volver a dejarse arrastrar de tal manera por la tristeza y la pérdida de alguien. Ambos magos captaron el mensaje y le sonrieron con cariño a Sirius, el cual les devolvió la sonrisa.

En ese momento, Harry, totalmente ajeno a lo que ocurría y completamente emocionado por reencontrarse con Sirius, dijo:

-Supongo que tendré que contártelo todo, no puedes estar ignorante a lo que me ha pasado el tiempo que estuvimos separados. Eres mi padrino después de todo.

Sirius lo miró y le revolvió el cabello mientras asentía, al mismo tiempo que Tom, Cygnus y Corvus suspiraban con cansancio, a pesar de que sus miradas expresaran el amor que sentía por el pequeño.

- Cuéntamelo todo, cachorro.

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