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Gemelos

CAPÍTULO 17


Hacía ya mucho tiempo que Sirius Black no era el mismo. Desde aquella fatídica noche de octubre en la que se le notificó que su querido ahijado había sido asesinado por Lord Voldemort, nada había vuelto a ser igual. Todo se desmoronó.

Primero descubrió que su mejor amigo, aquel al que consideraba un hermano, no era capaz de mostrar amor por su primogénito ni siquiera cuando éste había muerto. También descubrió que James no era más que un sucio traidor mentiroso que solo fingía ser su amigo y, a la hora de la verdad, lo abandonaba sin mirar atrás. Solo porque se había casado con el amor de su vida, tal y como había hecho el miope con Lily.

Ese bastardo desleal se dejaba cegar por las artimañas de Dumbledore.

En verdad Sirius sentía pena por su antiguo mejor amigo y su familia, solo eran unas simples marionetas en el juego de Dumbledore. Ellos realmente creían en el viejo, tal y como Sirius lo había hecho tiempo atrás. Incluso Severus llegó a confiar en la vieja pasa durante un tiempo, solo hasta que Malfoy lo convenció y lo pasó al lado oscuro. Y, a pesar de que fuera su Severus quien dio el chivatazo a Voldemort sobre la profecía, Sirius no podía culparlo, pues cuando se unió a las filas del Señor Oscuro, Severus estaba completamente solo, y era culpa suya, él lo había dejado de lado por James y eso provocó que su novio se uniera a Voldemort. Pero ahora Sirius compadecía a los Potter, pues él había visto a Dumbledore manipularlos a todos a su antojo, y cuando Sirius se negó a obedecerle, le arrebató a Harry. Porque Sirius sabía muy bien que Dumbledore tenía mucho que ver con todo el misterio de la muerte de su ahijado.



Regulus estaba paseándose de un lado para el otro de la sala, estaba demasiado nervioso. Sirius solo lo observaba sin decir nada. Bueno, Sirius nunca decía nada. Había dejado de hablar un año después de la falsa muerte de Harry. Después de pasar un año buscándolo sin resultado, justo cuando había empezado su depresión. De hecho, ni siquiera reaccionó cuando Severus llegó a casa diciendo que había encontrado a Harry poco después de Navidad, era cómo si no se lo creyera.

No, de hecho, Sirius sí le creía, su amor jamás le mentiría con un tema tan importante, pero no podía permitirse tener esperanza, no después de tanto tiempo.

Pero Regulus también había visto al niño y hasta había interactuado con él. No tenía ninguna duda, ese tal Harry y el pequeño niño que Sirius traía a Grimmauld Place de vez en cuando eran el mismo. La manera en que los ojos del chico brillaron al reconocerlo no le dejó ninguna duda.

El menor de los Black estaba seguro de que cuando su hermano lo viera, lo reconocería y podría empezar a volver a ser él mismo. El rebelde, divertido y familiar Sirius que nunca permitía el silencio en sus vidas, ni en su hogar.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido de la puerta principal siendo abierta.

Habían llegado.


Tom vio el ligero temblor en las manos de Harry cuando cogió su mano al entrar en la casa de los Black. Lo comprendía. Sirius era alguien realmente importante en la vida del menor, era normal tener miedo a su reacción al ver la persona en la que se había convertido. Así que, alzó la mano derecha de su pequeña hortensia, captando la atención del niño, y la llevó a sus labios para besarle el dorso. Esa acción tuvo una reacción inmediata en el menor, un gran sonrojo se apoderó de sus mejillas y el temblor en sus manos se detuvo. Cuando la pequeña serpiente comprendió lo que su Tommy intentaba hacer le dedicó una sonrisa llena de cariño y le dedicó una mirada agradecida. Era por cosas como esas que amaba tanto al antiguo Señor Oscuro, él siempre sabía qué hacer en todo momento.

Cygnus y Corvus junto con su pequeño tesoro miraban la interacción con cariño, esos dos siempre iban a cuidar el uno del otro, no por nada eran almas gemelas.

Severus, sin embargo, estaba mirando a Regulus con una pregunta silenciosa pintada en sus ojos.

¿Había habido algún tipo de reacción por parte de Sirius?

Regulus negó disimuladamente con la cabeza.

Severus solo pudo suspirar decepcionado. Pero volvió a ponerse una máscara de tranquilidad para no preocupar a sus invitados y se giró. Miró las manos entrelazadas de Harry y Tom con una ceja alzada pero no comentó nada, no estaba de humor para indagar en la extraña relación de su antiguo Señor y el que ahora consideraba su hijo.

-Seguidme.-dijo, mientras se volvía a girar y hacía un gesto con la cabeza.-Antes de nada, os advierto que Sirius puede no estar... muy expresivo, que digamos.-todos fruncieron el ceño con extrañeza por su pequeña aclaración.-Su depresión ha hecho que se convierta en un cadáver andante. No reacciona a nada, por eso Regulus y yo esperábamos que quizás, si te volviera a ver se recuperaría y volvería a ser el mismo Sirius que...-Severus tuvo que parar un momento para tragar el nudo que se había creado en su garganta e impedir que las lágrimas se deslizaran libremente por sus mejillas.-que era antes, el hombre con el que me casé, el hombre que alguna vez fue tu padrino.

A Harry también se le empañaron los ojos, no podía imaginarse a su padrino en el estado que Snape lo describía, pero sabía que el profesor de pociones no tenía razones para mentirle, y menos con este tema que también era delicado para él. Y no solo lo creía por eso, también había empezado a confiar en Snape ciegamente, tenía la certeza de que Severus jamás le mentiría, al fin y al cabo, el hombre lo consideraba su hijo y, como Harry ya había demostrado en San Mungo el día en que nació Octans, el hijo de Cygnus y Corvus, el sentimiento era mutuo, pues Harry consideraba a Severus su madre.

Regulus le sonrió, el gesto fue devuelto, aunque ambas sonrisas eran obviamente falsas. La tensión que había en el ambiente por lo que estaba a punto de pasar se podía cortar con un cuchillo.

Al entrar en el comedor de la casa todos vieron a un hombre de pelo largo, rizado y negro, vestido con una túnica, también negra, sentado recto y dándoles la espalda. No hubo absolutamente ninguna reacción por parte de quién, suponían los que no lo conocían, era Sirius.

Así que se movieron ellos mismos hasta rodear la silla y quedar en frente del mago. Harry en seguida lo reconoció, estaba mucho más demacrado de lo que lo recordaba, pero era sin duda alguna su padrino, aquel que lo amó cuando nadie más lo hizo, aquel que lo subía en su espalda cuando se transformaba en perro y lo paseaba por toda la mansión Potter de Godric's Hollow.

Harry estuvo a punto de llorar al ver la mirada perdida de su padrino y las ojeras debajo de sus ojos, podía apreciar la forma de los huesos de su cara de lo delgado que estaba y, definitivamente, un hombre de su edad no debería tener tantas arrugas. Harry recordaba a su padrino como un hombre vivaz que no era capaz de callarse o de dejar de moverse en ningún momento, sin embargo, la persona que estaba sentada frente a él no era el mismo Sirius, solo era el cascaron vacío de quién, en su día, fue Sirius Black.

Harry no pudo soportarlo más, hundió su cara en el estómago de Tom mientras sonoros sollozos se escapaban de sus labios y gruesas lágrimas de sus ojos. Abrazó la cintura del mayor con sus brazos mientras su cuerpo se sacudía por el llanto incesante. Tom suspiró con dolor, al mismo tiempo en que abrazaba a su pequeña esmeralda y le acariciaba la espalda en un intento por calmarlo.

Severus y Regulus también estaban llorando silenciosamente, el dolor del niño los había contagiado y lloraban, el uno junto al otro, apoyándose como lo habían hecho durante todos aquellos años.

Cygnus y Corvus se sentían unos intrusos en ese momento tan íntimo, de hecho, iban a irse, pero Tom les dirigió una mirada que les suplicaba que se quedasen, quien una vez fue el temido Lord Voldemort sabía que probablemente Harry iba a necesitar el apoyo de las dos personas que habían estado para él desde hacía tantos años.

-¿Por qué no intentas hablar con él, precioso?-preguntó Corvus, dejando a su bebé en brazos de su marido y agachándose al lado del niño, que aún sollozaba aferrado al heredero de Slytherin.-Quizás si te acercas y le hablas te conteste, ¿no crees?

Harry asomó un poco la cara de su refugio temporal y miró a Corvus con esperanza.

-¿De verdad?-preguntó con su voz quebrada por el llanto.

-No estoy seguro, precioso, pero a lo mejor sí.- Corvus le sonrió con cariño, sabía que esto era muy difícil para el niño, pero todavía era muy temprano para rendirse.

-Hay una posibilidad de que te reconozca y reaccione a tu presencia, hortensia.-Tom apoyó lo dicho por Corvus.-No pierdes nada intentándolo.

Harry ahora miró a su alma gemela, asintió y se separó despacio de sus brazos, se giró mirando a su padrino con decisión. Tragó saliva y, con pasos demasiado lentos por el miedo, se acercó al hombre sentado en la silla. Le tocó una mano con suavidad, ya que el mayor las tenía apoyadas en sus rodillas, y le miró a los ojos. Trató de sonreír para Sirius, pero más bien le salió una mueca, por lo que desistió. Cerró los ojos y cogió aire, apretó un poco la mano de Sirius que había cogido con la suya, y finalmente abrió los ojos para decir.

-Hola, Sirius. No sé si me reconoces, pero soy yo, Harry, tu ahijado. 

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