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Gemelos

Capítulo 30


Después de la impactante respuesta de Bellatrix a la propuesta de matrimonio de su hermana, Harry había decido que todos se sentaran a hablar por segunda vez en el día, y Tom, siguiendo las órdenes de su ángel, los había guiado a todos a la mesa del comedor, de nuevo, para acto seguido, sentar a su pequeño en su regazo y mimarlo un poco para borrar esa mueca de tristeza y culpabilidad que se le había formado. Lucius y Remus dejaron a sus dos bebés durmiendo con Octans, los tres estaban en la cuna del más grande.

Un tenso silencio se había instalado en la sala, nadie se atrevía a dar pie a la tormenta que iba a estallar de un momento a otro. Los gemelos Weasley miraron nerviosos a su rubio para ver su reacción ante aquello, estaba rígido. Ambos se miraron y con una silenciosa decisión cogieron cada uno una mano del rubio, que estaban apretadas en su regazo y entrelazaron los dedos. Ambos notaron como se relajaba un poco.

-¿Cómo es que estás casada? En ese acaso, ¿no me quieres? -Dijo con un fino hilo de voz Narcisa sin poder mirar a la cara a quien hace unos minutos iba a ser su prometida.

-Mi amor, yo... - Bellatrix intentó tocar su mejilla pero Cissy se apartó antes de que pudiera rozarla siquiera, dejando la mano de la morena en el aire, parada con los dedos cosquilleándole por la pérdida.

Entonces se instaló de nuevo el silencio, pero este llevaba en el aire el dolor que transmitían sus rostros.

Pero de repente, la puerta se abrió de par en par dejando entrar a un eufórico Sirius, junto a un Regulus que hiperventilaba como si fuera a escupir un pulmón y detrás de esos dos desastres, un Severus que caminaba rápidamente tocándose el vientre con cuidado mientras se acercaban.

-¡Me lo he perdido! Y todo por vuestra culpa, por querer acompañarme... -vociferó Sirius hasta que vio las caras largas de los presentes. Recuperó el aliento mientras miraba a Bella y a Cissy, entonces todo encajó. - ¿Se lo has contado? Te dije que era mejor que no lo hicieses porque se iba a enfadar.

-¡Tú lo sabías y no me lo dijiste!- Le acusó la rubia a su primo.

- Sirius, cállate- Le gruñó la pelinegra.

Ambas le fulminaron con la mirada haciendo que un asustado Sirius retrocediera a donde estaban Regulus y Severus, los cuales no lo estaban mirando nada bien.

-¿Qué has hecho esta vez Sirius?- Le preguntó un no muy contento Severus embarazado que fue a abrazar a su hijo, quien le recibió con los brazos abiertos.

-¿Cómo es que no me has contado nada?- Le recriminó su hermano con un puchero en los labios y los brazos cruzados en el pecho.

-¿Por qué os enfadáis conmigo si quien se ha casado con Rodolphus ha sido Bella?- Reprochó Sirius viéndose acorralado. Y dándose cuenta de su error al instante.

-¿Con Rodolphus? ¿Te has casado con Rodolhpus Lestrange antes que conmigo? -Decía Narcisa con la mirada fija en la mesa.

- Espera, espera... Rodolphus es gay.- Intervino un extrañado Lucius Malfoy, que no había intervenido antes por la mirada de Remus.

-Muy bien, barbie. Parece que en esa cabecita hay algo más que números, maldad y pensamientos impuros hacia Remi.- Intervino Sirius, que se había sentado con los gemelos poniendo distancia por si alguien pedía su cabeza por bocazas.

- Es verdad.- Añadió Reg- Era gay y muy protector con su hermano, Rabastan, recuerdo que siempre espantaba a los que querían algo con él.

- Entonces, si él era gay y quería tanto a su hermano, ¿por qué se casó contigo?- Intervino Harry por primera vez. Ganándose un ¡ese es mi chaval! de su padre y el pelo revuelto de su madre.

-Porque si no, nos iban a casar con unos imbéciles hipócritas, era mejor casarnos entre nosotros. -Admitió Bella

-¿Qué?- Soltó una incrédula Narcisa- Te iban a comprometer sin decírmelo.

-Sabían que te ibas a enfadar y te ibas a oponer. Cuanto más tarde mejor.

Se escuchó una risa.

– Vale, vale. La idea la entiendo, ¿pero casaros entre vosotros? Es un poco estúpido. – Soltó Lucius, quien acto seguido fue castigado con un codazo por parte de Remus.

-Bella, será mejor que aclares como llegasteis a eso antes de que esto se ponga peor.-Medió Remus, con su característica voz calmada.

-Eso primita.- añadió Sirius – Cuéntales como acabaste en este lío.

Bellatrix suspiró, sabía que algún día llegaría este momento, por mucho que lo hubiese tratado de evitar. Miró a Narcisa antes de empezar a relatar, pero esta ni la miró.

Suspiró.

-Todo pasó en...



Hace 15 años, en algún casino de Las Vegas, Nevada, Estados Unidos...

Bellatrix Black y Rodolphus Lestrange se encontraban en la barra del bar de un casino muggle, en la ciudad del pecado.

-Odio mi vida, Bella.-se lamentaba Rodolphus, arrastrando las palabras sentado junto a su mejor amiga en la barra de un casino, cuyo nombre le era desconocido, y más estando más borracho que en toda su vida.-Odio a mis padres, odio mis obligaciones, odio quien soy...-Rodolphus se calló un momento, mirando pensativo al vaso de chupito lleno que tenía en la mano, justo antes de bebérselo de un trago, sin dudar ni poner muecas, al fin y al cabo, llevaba tantos como ese que ya no sentía el sabor -pero, sobre todo, odio mis sentimientos.

Bella miró a su mejor amigo con lástima, antes de beberse ella también otro chupito más, también había perdido la cuenta de cuántos se había bebido ya a lo largo de la noche.

-Te entiendo, Rod.-ella apoyó la mano en el hombro de él, mientras que con la otra mano le pedía otros dos chupitos más al camarero, que ya empezaba a mirarles suspicaz, pues los dos estaban muy borrachos, al no haber dejado de beber desde que habían llegado al casino hacía tantas horas atrás.-Yo también odio mi vida, y mis sentimientos. -Bellatrix rio sin gracia, mientras su mirada se llenaba de dolor, seguramente recordando.-Ahora mismo lo odio todo, tal vez incluso a ti, por estar pisándome.

Rodlphus levantó el pie con un torpe movimiento, suspiró, las lágrimas agolpándose en sus ojos, había perdido la cuenta de las veces que casi llora desde que se había enterado de que sus padres querían casarlo con alguien de su estatus, con una mujer, que de seguro iba a ser engreída, hipócrita, y que roncaba y babeaba la almohada por las noches.

Y su amiga no estaba mucho mejor, también la iban a casar con un desconocido gordo, calvo y que de seguro también roncaba y babeaba, que buscaba a una chica guapa y joven con la que presumir.

Iban a ser forzados a un matrimonio sin amor cuando ambos ya estaban enamorados, y de personas que sabían que nunca podrían tener.

Rodolphus empezó a reírse junto a su amiga, tampoco había gracia en su risa.

-El amor es una mierda.

-Concuerdo contigo.- Contestó la pelinegra chocando ambos vasos en un torpe brindis, para acto seguido tragarse sus chupitos al mismo tiempo, de un solo trago, y ya estaban pidiendo otro trago al camarero cuando una figura conocida se acercó a ellos y se sentó al lado de Rodolphus.

-¿Divirtiéndoos sin mí?-ambos se giraron a mirar al recién llegado, y algo dentro de Rodolphus se iluminó. Una sonrisa adornó su cara y llegó hasta sus ojos, la ilusión tiñendo su expresión. Era Rabastan, era su hermano quien había ido en su busca. También era el amor de su vida, el hombre al nunca podría tener.

Los borrachos se tiraron a abrazarle.

-¡Rabastan!

Gritaron ambos borrachos, aplastando a Rabastan que se sonrojó ante las miradas que les lanzaban las personas que había por allí.

-¡Adorable!- Dijeron ambos.- Como cuando se ponía el pijama ese de snitchs que le regalaron por navidad.

- Sí, estaba super mono. –Añadían ambos intensificando el sonrojo del menor.

- Chicos de verdad parad nos están mirando mucho, incluso ese grupo de chicos de la ruleta. - Insistió muy avergonzado. De repente notó como su hermano lo atraía hacia él y le abrazaba protectoramente. – Rod, igual que tú puedes irte a beber con tu amiga yo puedo relacionarme con otra gente.

Entonces Rodolphus se sintió devastado. Claro que a Rabastan no le importaba de esa manera, para él solo era su hermano. Nunca sería algo más a los ojos de Rabastan. No sabía por qué le afectaba tanto, si, después de todo, siempre supo que no tenía oportunidad alguna.

Se separó a regañadientes de su hermano, después de dedicarles una mirada amenazadora a aquellos chicos que ahora miraba muy entretenidos ciertas zonas de su hermano.

-Bueno, ¿y qué hacéis? ¿Celebrando por adelantado la fiesta?

-Más bien despidiéndonos de la libertad.-contestó Rodolphus, una mueca de desagrado adornando su rostro y girándose hacia Bellatrix, no soportando ver a su hermano por más tiempo. El dolor por su amor no correspondido lo estaba consumiéndo por dentro.

-Vaya.-contestó Rabastan, mirando extrañado a su hermano, suspirando con pesadez. No podía esperar más, su hermano siempre le había protegido, tan ciego como para no ver que al protegerle tanto, al mimarle tanto, al estar siempre a su lado y al ser su ídolo había hecho que acabara perdidamente enamorado de él.

Sin embargo, Rabastan ya sabía de antes que sus posibilidades con Rodolphus eran nulas, y menos ahora que sus padres pensaban casarlo con alguien que su hermano no amaba, pues Rabastan creía que el amor de la vida de su hermano era Bellatrix Black. A pesar de que los dos afirmaran ser solo amigos, tanto Narcissa como él sabían que estaban enamorados, solo hacía falta verlos, tan unidos, compartiendo todos sus secretos, siempre juntos, para todo, a veces, incluso para ir al baño. Era exasperante, ver como el hombre al que más amas se escapa de tu alcance antes siquiera de haber podido alargar la mano para tratar de cogerle.

Se había instalado un silencio entre ellos que fue roto por Sirius, está vez.

-Al fin os encuentro, no os hacéis una idea de lo que me ha costado encontraros, y mucho menos de deshacerme de ese Elvis, ¡qué pesado con quererme casar con alguien...!

Mientras Sirius seguía despotricando contra el Elvis de pacotilla, ambos amigos le miraron, y después se miraron entre ellos.

-Tengo una idea. Una loca y descabellada idea, pero una idea, al fin y al cabo. – dijo un demasiado calmado Rodolphus a una desorientada Bella. -¿Qué tal si nos casamos?- Todos le miraron con los ojos desorbitados, pero él solo miraba a Bella.- Total nos van a casar de todas maneras, por qué no hacerlo nosotros aquí y ahora.- siguió insistiendo.- Aquí, en Las Vegas, nos casamos ahora mismo y les llevamos los papeles a nuestros padres para que nos dejen en paz.

Rodolphus tragó saliva, miró a Bella, y vio la decisión en sus ojos. Ninguno de los dos tenía nada que perder con esa boda. Total, los amores de su vida nunca se interesarían por ellos en ese sentido.

-¡Nos vamos de boda! ¡Y en Las Vegas! ¡¡QUÉ EMOCIÓN!! .-Gritó Sirius.

Rodolphus, como respuesta, se bebió su chupito con una sonrisa, siendo imitado por Bellatrix segundos después, mientras que su hermano le miraba.

Rabastan casi gruñe ante la reacción de su hermano. ¿Tan desesperado estaba por casarse con Bella? Supuso que sí, después de tantos años juntos no le debería extrañar tanto.

-Bien, creo que el Elvis Presley que he visto ofrece una boda express por unos 20$, esperemos que siga cerca de aquí. –Decía Sirius, mientras Rabastan dejaba una cuantiosa cantidad de dinero en la barra y luego cogió a su hermano y su futura cuñada y los arrastró por casi todas Las Vegas detrás de Sirius hasta encontrar al famoso Elvis.

-¡Señor Presley!-exclamó algo agitado.- ¡Señor Presley, espere por favor!-el Elvis se paró y se giró a mirarlos, no con buena cara.-Necesito que case a estos dos, al hermano de este bombón y su chica.

-No soy su chica.-contestó enseguida Bellatrix, pero la ignoraron, igual que la mueca de Rodolphus ante el apodo.

-Como quiera, pero me tiene que pagar muy bien, porque es muy tarde ya.-contestó el tipo de tupe.

Les condujo hacia una plataforma con una foto de la noche de Las Vegas detrás de ellos.

Ahí estaban, Rastan Lestrange y Sirius Black como testigos, Rodolphus Lestrange como novio y Bellatrix Black como novia, aguantando la palabrería del cura Elvis y sus canciones mal cantadas, a los novios ya les estaba pasando factura todo ese alcohol, tanto que cuando Elvis dijo la frase de "puedes besar a la novia" Rodolphus, en vez de besar a Bella, se dirigió hacia su hermano, le agarró de las solapas y le dio un beso apasionado que fue respondido con alegría con el vitoreo de Sirius y Bella por detrás y los balbuceos confusos del Elvis cura.

Y así después de aquel beso, pagar una indecente cantidad al Elvis que se ofreció a hacer otro boda, a lo que tuvieron que echar a correr para librarse de él, varias vomiteras después, y con una ducha de por medio, en la que Sirius se fue con Bella a una habitación y los hermanos a otra, los cuales, salieron más tarde que los Black y con un pequeño sonrojo de parte de Rabastan y una sonrisa satisfecha en Rodolphus, se acabó esa alocada noche.

Hecho esto y una mirada picara por parte de los primos, todos volvieron a Londres, fueron a la Mansión Black y se dirigieron al despacho en el que estaban los padres de Bellatrix y Rodolphus.

Horas después de oírse tras la puerta la primera guerra mágica, salieron unos Rodolphus y Bella Lestrange independizados y libres siempre y cuando fuera de forma discreta.



Actualmente, comedor de la Mansión Slyhterin, en un lugar remoto de Inglaterra que no pienso repetir...

-Y eso sería todo.

-Ese día te fuiste de casa después de hablar con nuestros padres, ahora lo entiendo todo.- decía Narcissa para sí.

-Sí.- Bella no sabía cómo actuar frente a su hermana por miedo a ser rechazada de nuevo.

-Quita esa cara, ya no estoy enfadada, bueno, solo un poco por no decirme nada.- Dijo cogiendo la mano de la pelinegra y posándola en su mejilla.

-Mi amor, yo...

- Pero quiero que vayas a buscar a Rodolphus y te divorcies de él inmediatamente antes de que yo le vaya a hacer una visitilla poco agradable para que deje en paz a mi prometida.

-Ha sacado su lado más Slyhterin, me gusta.- Comentó Sirius ganándose una colleja por parte de su marido y de Remus.

-¡Qué bonito!-Sonreía encantado Reg, con una sonrisa bobalicona. –Yo también quiero.

Con el barullo montado de fondo los gemelos separaron sus manos de Draco, ganándose un gemido de desacuerdo, para rodearle con los brazos, abrazarle y acariciarle el cabello para relajar la tensión que había pasado durante el relato.

No solo ellos no estaban prestando atención, Tom acariciaba el pelo de su esmeralda mientras este tocaba el vientre de su madre, contándole cosas.

Lucius le daba besitos en el cuello a Remus, dándole mismos y como no, las prometidas en su nube de amor. Todo esto con la alegre discusión de los hermanos Black de fondo.

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