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  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Gemelos

Capítulo 31


Diciembre. Al fin era invierno, y no solo eso, también era Navidad. Estaban de vacaciones de Navidad, y este año harían una fiesta con su pequeña, no tan pequeña, "secta", no tan secta. Y con unos invitados especiales.

Porque, así es, Harry y Tom habían sido capaces de localizar a los hermanos Lestrange y convencerlos de que fueran a la fiesta de Yule que Narcissa y Lucius habían organizado en la Mansión Slytherin, con la ayuda de unos muy aburridos Cygnus, Corvus, Sirius y Regulus.

Ahora mismo, Twinky estaba preparando la Mansión para la fiesta, con la ayuda de Harry, Draco y los gemelos Weasley, quienes habían conseguido escabullirse de Hogwarts sin que nadie se diera cuenta y además, habían pasado a formar parte del círculo reducido de amigos de Harry después de empezar a salir con Draco hacía unos meses atrás. Su relación iba viento en popa, Lucius y Remus aprobaban la relación y los gemelos se habían integrado muy bien en la "secta". Tan bien que, de hecho, Tom se había sorprendido de que Harry no los hubiese reclutado antes, y de que ese par de astutos pelirrojos estuviesen en la casa de los leones y no en la de las serpientes.

Después de horas preparando todo, bajo las órdenes y gritos de Narcissa, Lucius, Regulus, Sirius y Cygnus, estos últimos haciéndolo más por diversión que por otra cosa, y de pequeñas sugerencias de Corvus, y algunas de Remus también, que había descubierto hacía muchos años que no le desagradaba tanto organizar fiestas, consiguieron tener la Mansión perfecta para la fiesta.

Ahora solo les quedaba esperar a la hora en la que habían quedado con los hermanos Lestrange.

Al llegar las ocho en punto, la chimenea se iluminó con llamas verdes y de ella salieron dos hombres, uno algo más alto que el otro, ambos con el pelo negro, no tan negro como el del matrimonio Black, pero de un negro intenso.

El más alto lo tenía corto, rapado casi al cero, mientras que el más bajo lo llevaba atado en una corta coleta, que no le pasaba los hombros por mucho. Tenían una mirada muy intensa, con ojos marrones idénticos, mientras que sus facciones, a pesar de ser parecidas, consistían la gran diferencia entre ambos. Mientras que el más alto tenía un rostro algo más duro, el más bajo tenía unas facciones más suaves, aunque no por ello menos amenazantes. La diferencia de altura tampoco era tanta, tan solo unos pocos centímetros, tres a lo sumo.

-Hola, soy Rodolphus Lestrange.-dijo el más bajo, mirando a todo el mundo con una expresión indescifrable.-Este es mi hermano Rabastan. Es un placer haber sido invitados a tan honorable mansión.

-Hola, Rod.-Sirius fue el primero en acercarse a los hermanos. Le palmeó la espalda con algo más de fuerza de la necesaria.- ¿Cómo has estado amigo? ¡Hacía mucho que no te veía! ¡Desde tu boda con Bella y de que le plantaras cara a tus padres! ¡Tienes mucho que contarme!

Rodolphus se puso pálido al oír las palabras de Sirius. Miró rápidamente a Narcissa con miedo. Pero ella solo le sonrío, lo cual le dio aún más mala espina que si le hubiese gritado y hechizado sin parar.

-¿Puedes, por favor, dejar de tocar a mi hermano?-dijo Rabastan, hablando entre dientes y con la mandíbula apretada.

-Gracias.-dijo en cuanto Sirius se alejó de Rodolphus.

Pero se arrepintió en seguida al ver que el león sonreía con diversión, mientras se acercaba a él y empezaba a darle palmadas, mucho más fuertes que las que le había dado a Rodolphus, en la espalda.

-¡Hombre, Rab!-exclamó Sirius, con alegría fingida.- ¡A ti tampoco te veía desde hacía mucho tiempo! ¡Tú también tienes mucho que contarme!- El mayor de los Black no pudo evitar soltar una carcajada cuando Rabastan se atragantó después de una de sus fuertes palmadas.

-Sirius, ya basta.-en cuanto oyó a Severus, Sirius volvió a su lado como un perrito regañado.

Todos estaban seguros de que si el ex-gryffindor estuviese en su forma animaga, tendría el rabo entre las piernas, las orejas agachadas y ojos de cachorro regañado. A no, espera, que eso último ya lo tenía, y con puchero incluido. Harry rió, adoraba que su padre hiciese cosas como esas.

-Espera, Narcissa, -Rodolphus miró a la que era, de momento, su cuñada.- ¿lo sabes?

-Por supuesto, Rodolphus.-ella sonrió encantadoramente, cosa que nunca era buena señal. Bella suspiró, sabía que ahora venía lo malo.-Y más te vale empezar a darle el divorcio a mi chica para que podamos casarnos cuanto antes, o si no tendré que enfadarme. ¿Y no quieres que me enfade, verdad Rodolphus?

Rodolphus tragó saliva, intimidado por la mujer. La ira de Narcissa Black era legendaria. Todo el que la había enfadado había acabado muy mal. Cosa que sabían muy bien los Merodeadores, quienes, en el pasado, fueron unos frecuentes receptores de su ira por meterse con sus amigos, Severus y Lucius.

-¿Estás amenazando a mi chico, Black?-Rabastan se interpuso entre Narcissa y Rodolphus, mirando a la última con el ceño fruncido y con cara de pocos amigos.-Porque esa no es una buena idea, te lo aseguro.

-¿Ah, no?-Narcissa se acercó a Rabastan, sin sentirse intimidada por la altura del otro, y soltando su brazo derecho bruscamente del agarre de Bellatrix.- ¿Y qué me harás, Lestrange?

-Le tocas y te arranco los pelos, Black.- dio un paso más hacia ella, y la miró desde arriba, tratando de intimidarla, pero fracasando totalmente. Narcissa solo rió, consiguiendo que el enfado de su contrincante aumentase.-Estás jugando con fuego.

-Y tú también.

Acto seguido, Narcissa elevó su puño, lista para pegarle un buen puñetazo a Rabastan, pero él fue más rápido, atrapó su puño para luego, empujarla contra la pared al lado de la chimenea. Justo después, se acercó hacia ella con intención de estrellarle la cabeza contra la pared, pero Draco se metió en medio, obligándole a alejarse de Narcissa.

-A mi tía no la tocas, desgraciado.-le dijo, amenazadoramente.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, los gemelos Weasley entraron en acción y lo sacaron de en medio, mientras Draco gritaba y pataleaba.

Entretanto, aprovechando que Rabastan estaba distraído mirando al heredero Malfoy, Narcissa cogió un jarrón con, obviamente, hortensias, que había encima de la chimenea y se lo tiró a Lestrange a la cabeza.

Pero él reaccionó a tiempo y pudo agacharse antes de que le diera. Quién no reaccionó a tiempo y se llevó todo el impacto del jarrón fue Remus, que estaba al lado de Lucius y, gracias a Merlín, también al lado de Corvus, que había sido un medimago en San Mungo.

Al ver a Remus caer al suelo, con algo de sangre escurriendo de su cabeza, Narcissa supo que estaba muerta. Lucius iba a matarla por tocar a su lobo. Y no pasó mucho desde ese pensamiento cuando sintió a Lucius sobre ella, a punto de pegarle un puñetazo. En ese momento Bellatrix se metió a defender a su hermana, pero Rabastan la agarró antes de que llegara, a lo que la pelinegra respondió arañándole la cara. Entonces fue el turno de Rodolphus de meterse para defender a su hermano, pero, lo que nadie se esperaba, era que Sirius se metiera en la pelea. Aunque, claro, Remus era su mejor amigo. Y con Sirius, se metieron Regulus y Severus, este último listo para apartarse en cuanto la cosa se pusiera demasiado fea, por su estado.

Para ese momento, los gemelos ya no pudieron seguir sosteniendo a Draco, y bueno, tampoco quisieron, porque le habían dado a la madre del rubio, a su suegra. Los tres juntos se metieron en la pelea a favor de Lucius, lo que les situaba en contra de Narcissa y Bellatrix, y a favor de los hermanos Lestrange. Eso la hacía una pelea muy desigual, pero ambas mujeres dieron mucha guerra.

Y mientras todos se liaban a hostia limpia, sentados en la mesa donde supuestamente iba a tener lugar la gran cena de Yule se encontraban Harry, sentado en el regazo de Tom, como era habitual, Cygnus y Corvus, sentados uno al lado del otro, con Octans en el regazo de Corvus, mientras reía y aplaudía divertido por el espectáculo, y Remus, quien pronto se unió a la pelea, también para defender a su marido e hijo, al sentir que su naturaleza de licántropo curaba sus heridas lo suficientemente rápido, aunque no antes de asegurarse de que Harry y Dobby, uno de los elfos domésticos de los Malfoy, vigilaban a sus bebés, quienes también parecían estarse divirtiendo de lo lindo viendo la pelea.

Y así, entre guantazos, gritos y risas, las últimas por parte de los pequeños bebés, la "secta" pasó la noche de Yule.

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