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Gemelos

CAPÍTULO 63


La ropa sobraba, las respiraciones eran cada vez más aceleradas y los besos más apasionados. Las lenguas combatían en una lucha constante, mientras la saliva de ambos se mezclaba en la boca de Harry y descendía por su barbilla.

Las sábanas de la cama cayeron al suelo, junto a las túnicas de ambos magos. Tom las había retirado con magia no verbal.

En poco tiempo, a los lascivos sonidos de los jadeos del más joven y los suaves gruñidos del mayor, se le unieron el húmedo sonido de los dedos entrando y saliendo del interior de Harry. Todo ello hacía la escena cada vez más y más erótica, extasiando a ambos hombres mientras sus magias bailaban en el aire, chocando y reconociéndose, preparándose para la unión completa de las almas de ambos magos de esa habitación.

Tom pronto tuvo sus labios y su mano libre torturando los desatendidos y sensibles pezones de Harry, que solo acertaba a retorcerse sin parar y a empezar a gemir aún más alto por la estimulación recibida.

El mago mayor disfrutaba de todos y cada uno de los sonidos de su hermosa Hortensia, bebiendo de ellos como un hombre perdido en el desierto bebería del agua de un oasis. Porque Tom había estado en un desierto durante tantos años, perdido y sediento sin saberlo. Nunca supo lo perdido que estaba realmente hasta que encontró a su hermoso y perfecto Harry aquella noche de Halloween hace tantos años ya.

Harry no lo sabía, Tom no se lo había contado nunca, pero el adolescente que en ese mismo instante se retorcía de placer debajo de él le había salvado la vida cuando se conocieron, porque Tom tenía claro que no iba a salir con vida de la casa de los Potter esa noche, él había asumido su muerte como el final inevitable para su persona y había hecho las paces con ello a pesar del enorme pavor que la Muerte siempre le había causado.

Oh, pero esos ojos, esos hermosamente perfectos y resplandecientes ojos esmeralda llenos de inocencia e infantil felicidad y esa angelical risa sacada de los más bonitos sueños que uno pueda tener jamás le dieron esperanza. Le devolvieron la luz que su vida había perdido tantos años atrás.

Harry. Su Harry. Su Hortensia. Su Esmeralda. Su hermoso ángel. Su pequeña serpiente. Su perfecto Harry.

Él era todo lo que estaba bien en el mundo para Tom.

Por eso, el temor de atarlo a su persona sin darle la opción de escoger por sí mismo carcomía al antiguo Señor Oscuro desde que Harry era tan solo un bebé. Porque, por mucho que Harry afirmase amarlo incondicionalmente y por mucho que se entregase a él en cuerpo, mente y alma, y por mucho que estuviese dispuesto a usar un juramento inquebrantable para los votos de su futura boda, cada vez más cercana, Tom siempre tendría una duda persistente viviendo en el interior de su corazón.

¿Si Harry hubiese tenido más opciones, lo habría seguido escogiéndolo a él? ¿Si Harry hubiese sido libre desde el principio y hubiese podido estar con absolutamente cualquier persona que quisiera, aun así se habría quedado a su lado?

Pero, sobre todas las otras dudas, había una que pesaba más que las demás dentro de Tom Riddle.



¿Y si Harry hubiese sido más feliz con alguien más?



Aquella era una pregunta que no le dejaba dormir por las noches.

-Tom.

El nombrado sintió una delicada mano acariciar su mejilla con cariño, miró a su alma gemela y vio la promesa de amor eterno que siempre había estado presente en los ojos de Harry al mirarlo, y lo único que pudo hacer Tom Riddle fue sonreír y besar a su amado como si fuese la última vez.

-Estoy listo, Tom.-susurró Harry, sus labios presionados contra los del mayor, rozándose con cada palabra.-Estoy listo para ti. He estado listo para ti durante todos estos años.

Tom lo miró, transmitiéndole todo su amor al chico debajo de él y solo alcanzó a sonreírle con una inmensa felicidad.

-Lo sé, mi amor. Siempre lo he sabido.

Besó la frente de Harry con cariño, para luego posicionarse para entrar dentro de su joven amante.

Los amantes gimieron con éxtasis al sentirse unidos de forma tan íntima el uno al otro por primera vez. Este acto era la más intensa manifestación de su amor, y de la relación que ambos habían compartido por todos esos años y que ahora al fin adquiría el aspecto físico que ambos habían ansiado por mucho tiempo.


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