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  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Gemelos

CAPÍTULO 6


Durante gran parte de su infancia Draco no había tenido ningún recuerdo de su madre, al menos no de su verdadera madre.

Narcissa Black, a diferencia de lo que todo el mundo creía, no era su madre biológica, ni tampoco era la esposa de su padre. Según lo que su padre le contaba, se había casado con otro hombre nada más dejar Hogwarts y, poco tiempo después, había nacido él.

A pesar de saber aquello, Draco no había sabido quién era su otro padre, o mejor dicho, su madre, lo que el chico sí había sabido era que su padre había tenido que borrarle la memoria no mucho tiempo después de su nacimiento, según Lucius para protegerlo, aunque tampoco le había dicho de qué debía proteger a su madre.

Lo único que el joven rubio había sabido de su madre biológica era lo que su padre le contaba, lo cual, a decir verdad, no era mucho.

Le decía a Draco que se parecían mucho en cuanto a personalidad, también le había dicho que era una criatura mágica, que no estaba muy bien vista por la sociedad actual, pero que eso es lo que los había hecho estar juntos, casarse y tener un hijo.

Además, le había dicho que su madre era hermoso, el hombre más hermoso en el planeta, palabras exactas de su padre, y que Draco había sido capaz de confirmar años más tarde cuando su madre al fin pudo regresar con ellos.

Durante mucho tiempo no hubo mucho más que Draco supiera de él, pero había estado dispuesto a esperar lo que hiciera falta para conocer a la persona que lo trajo al mundo. Y esa espera valió la pena cuando por fin pudo conocer a su madre biológica a la edad de 5 años.

Sin embargo, Draco no comprendía por qué estaba pensando en eso en un momento como en el que se encontraba. Cuando debería estar centrado en el problema que se le presentaba en aquel preciso instante.

Quizás el pánico le hacía delirar.

El problema era que dos gemelos pelirrojos lo tenían acorralado en la esquina más apartada de uno de los pasillos de las mazmorras, después de haberlo pillado espiándolos.

-Y bien...-empezó Fred, levantando una ceja.

-¿Qué deberíamos hacer contigo?-continuó George, imitando el gesto de su hermano.

Draco solo podía quedarse quieto, totalmente sonrojado e incapaz de respirar correctamente, al mismo tiempo que sentía el retumbar acelerado de su corazón.

-No lo sé, George.-contestó Fred a su hermano.- ¿Qué se hace con una serpiente que lleva siguiéndote varios meses?

Draco se sintió palidecer de golpe al oír aquellas palabras.

El hecho de que los gemelos Weasley llevasen todo ese tiempo sabiendo que los seguía y que no hubiesen hecho nada al respecto lo ponía aún más nervioso.

El rubio cerró los ojos con fuerza, debería haber escuchado a Harry cuando le dijo que no los siguiera tanto, que no se obsesionara. Pero no había podido evitarlo, no después de verlos por primera vez después de gastarle una broma a un par de Ravenclaws y ver como lo habían celebrado besándose en uno de los muchos pasillos ocultos que tanto frecuentaban los pelirrojos.

Draco había estado abochornado por semanas luego de presenciar aquella escena sumamente íntima, y un tiempo más tarde se había encontrado a sí mismo ansiando volver a presenciar otra escena igual y, puede que incluso, participando en ella.

Pero ahora que los tenía frente a él, mirándolo fijamente y casi susurrándole no se sentía como creyó que se sentiría. Quizás fuera por el hecho de que lo habían pillado espiándolos desde hace tiempo, o quizás porque estaba muy nervioso, pero eso ya no contaba, pues estaba seguro de que toda oportunidad que hubiese tenido con los gemelos se había desperdiciado hace tiempo, y ahora solo había conseguido el odio de ese par.

Grande fue su sorpresa al sentir en sus dos mejillas el roce de unos labios depositando un beso.

Al abrir los ojos los gemelos ya se alejaban de la cara del más joven y le dedicaron dos sonrisas traviesas idénticas.

-Por ahora te dejaremos marchar.-dijo George.

-Pero si te volvemos a pillar espiándonos,-habló ahora Fred.

-Te haremos algo más que besarte las mejillas.-esta vez hablaron los dos al unísono, mientras se daban la vuelta y se iban, dejando al pobre Draco casi desfallecido en aquel rincón apartado del pasillo.

Más tarde, al llegar a su Sala Común, el rubio ignoró a todo el mundo y se encerró en su habitación, se tiró en su cama hundiendo la cara en su almohada.

Respiró profundo un par de veces y recordó algo que creía olvidado hace mucho tiempo.


Hace 8 años,Inglaterra, Malfoy Menor...

Un pequeño Draco, de unos 3 años, estaba caminando por el pasillo que conducía a las cocinas de la mansión.

Abrazaba con fuerza a su lobo de peluche, ya que había tenido una pesadilla y se había despertado muy asustado por ello. Iba a las cocinas a buscar un vaso de leche para poder volver a dormir, como le había enseñado su papi.

Pero algo lo desconcertó en su pequeño paseo por la mansión, y es que salía luz de la biblioteca. Se acercó a la puerta, como el niño curioso que era, y lo que vio lo sorprendió mucho.

Lucius estaba sentado en su habitual sillón de la biblioteca, pero eso no era lo desconcertante, lo desconcertante era el hecho de que estaba observando una fotografía. Draco no podía verla desde donde se encontraba, pero lo que sí que veía eran las lágrimas que se deslizaban por las mejillas de su padre y que caían sobre la fotografía.

Entonces su padre habló.

-Te lo prometo, amor mío.-dijo.-Algún día volveremos a estar juntos, algún día volveremos a ser una familia.

Draco no supo qué hizo su padre después, puesto que Dobby había aparecido en ese momento con un vaso de leche para su pequeño amito y lo había llevado de vuelta a la cama, donde Draco se había dormido y, al día siguiente, al despertar, se había olvidado de lo sucedido la noche anterior por completo.


Actualmente, Hogwarts, Slytherin, habitación de Draco...

Draco no sabía cómo sentirse después de haber recordado aquello, tampoco sabía qué había hecho a ese recuerdo aflorar en su mente después de tanto tiempo.

Se sorprendió mucho cuando un pequeño sollozo se escapó de sus labios y, casi inconscientemente, se llevó una mano a la cara sintiendo la humedad que sus lágrimas dejaban a lo largo de sus mejillas, las mismas que habían sido besadas por los gemelos poco tiempo antes.

No sabía por qué lloraba, aunque seguramente tendría que ver con el hecho de haber recordado ver a su padre llorando mientras observaba una fotografía de su madre, seguramente.

Draco era joven e inexperto, pero no era idiota, sabía perfectamente lo que la guerra entre Dumbledore y Voldemort había implicado y todo el daño que había producido, no solo a su familia, sino a muchas más.

Muchos de los seguidores de Voldemort habían acabado en Azkaban por tener una fe demasiado devota hacia el Lord Oscuro, mientras que los que se habían librado había sido por el dinero que tenían, como en el caso de su padre y una de sus tías.

Pero, a pesar de todo eso, había rumores de que Voldemort no había muerto, aunque no se habían encontrado ningún tipo de rastros que indicaran que volvería a aparecer pronto. Así que, o su padre había estado protegiendo a su madre del posible regreso de Voldemort, o lo estaba protegiendo de alguien más.

Draco no sabía qué pensar. Sin embargo, conocía muy bien la postura de Harry en este tema, pues era algo de lo que discutían más a menudo de lo que a su pelinegro amigo le gustaría.

Pero tampoco pudo reflexionar mucho más, pues Morfeo decidió que era tiempo de descansar y él, como el chico obediente que su padre le había enseñado a ser, se dejó llevar.

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