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  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Gemelos

CAPÍTULO 7


Harry estaba realmente extrañado por el comportamiento de Draco. Sin embargo, decidió que el rubio hablaría con él cuando se sintiera preparado para ello.

Además, ahora mismo Draco Malfoy no era su prioridad.

Acababa de llegarle una lechuza con una carta de su "tutor" en la cual le decía que estaría muy ocupado durante las vacaciones de Navidad y que tendría que quedarse en Hogwarts.

Al parecer ese año no podría celebrar Yule, pero no importaba mucho, pues a cambio dispondría de toda la biblioteca y el castillo para prácticamente él solo. Y como Draco parecía tener demasiados dramas en su vida, decidió que ya se enteraría junto al resto del mundo.


Algunos días después, el profesor Snape, al igual que los otros jefes de casa, estaba pasando un pergamino para que apuntaran en él sus nombres aquellos alumnos que pasarían las vacaciones en el castillo.

Al llegar a Harry y su círculo interno, todos se sorprendieron cuando el ojiesmeralda cogió la pluma y apuntó su nombre.

-¿Nos honrará con su presencia durante las vacaciones también, señor Riddle?-preguntó Snape, con tono mordaz y una ceja levantada.

-Así es, señor.-contestó Harry, con una sonrisa tan frívola y falsa como prácticamente todo en él, aunque eso solo lo notaron Snape, el profesor Novikov, que estaba pendiente del intercambio, y Draco, que no se creía que su mejor amigo no le hubiese dicho algo tan importante.

Snape solo asintió y siguió su camino, pero el círculo interno de Harry lo avasalló a preguntas en cuanto el profesor de pociones estuvo lo suficientemente lejos.

-¿Cómo que te quedas?-Pansy fue la primera en preguntar y Daphne Greengrass asintió en acuerdo a la pregunta hecha por su amiga.

No obstante, antes de que Harry pudiera contestar, Blaise ya había empezado a formular otra pregunta.

-¿Por qué no nos lo dijiste?-y, otra vez antes de que Harry pudiera contestar, fue interrumpido.

Aunque esta vez, por Draco.

-¡Te podría haber invitado a pasar las vacaciones conmigo!-Harry los hizo callar a todos con un gesto de la mano, cuando vio que Theodore Nott también tenía algo que decir.

-Primero, me voy a quedar porque mi padrino estará trabajando todas las vacaciones y no podrá hacerse cargo de mí. Segundo; nos os lo he dicho porque no tiene importancia para mí quedarme aquí en vacaciones, ya que dispondré de la biblioteca del colegio. Y también porque Draco estaba muy ocupado con sus dramas y no quería molestarle con los míos. Y, tercero, gracias por el ofrecimiento, Draco, pero mi nombre ya está en la lista y,-ahora se acercó a Draco y le susurró al oído-no me apetece que la loca de tu tía empieza a vestirme y maquillarme como a una muñeca de nuevo. Tuve suficiente de eso el verano pasado, gracias.

Y dicho esto, se levantó y se fue camino a su próxima clase, la cual era pociones. Los otros cinco chicos no tardaron en seguirlo.

Al entrar en clase Harry y sus compañeros se apoderaron de las primeras filas, como siempre.

Poco a poco, los otros chicos de su curso fueron entrando y tomando asiento. Esta clase la compartían con Ravenclaw, por lo que no hubo incidentes a mencionar, la clase transcurrió con normalidad y Harry se lució, al igual que todos los días.

La siguiente clase era transformaciones, la cual compartían con Gryffindor.

Extrañamente, su hermano, Abraham, no había vuelto a molestarlo desde que se había extendido el rumor de que estaba enamorado de Chavda, ni él ni sus amigos, y eso era muy sospechoso.

Pero no tenía tiempo para molestarse en averiguar porque esos tres gryffindors imbéciles ya no lo molestaban con su estúpida idea de que el pelirrojo estaba enamorado de él, simplemente lo aprovecharía y daría gracias a Merlín y Morgana por ese tan ansiado respiro.

Nada más empezar la clase, el inútil de Weasley ya la había liado por no seguir las instrucciones de McGonagall y ahora Potter y Granger lo estaban acompañando a la enfermería mientras que la mayoría de los slytherins se reían de ellos.

Harry, sin embargo, estaba más ocupado leyendo un libro sobre transformaciones avanzadas, de quinto año, ya que ya se sabía todo los de los otros años, pues a su "tutor" le gustaba darle clases particulares de magia antes de que fuera a Hogwarts.

Magia sin varita, cabe añadir, pues Harry no había comprado su varita hasta el día en que recibió su carta para Hogwarts, lo cual hacía aún más mérito al hecho de que hubiese podido aprender todo el temario de 4 años de Hogwarts, de teórica, y 3 años de práctica, haciendo magia sin varita, (razón por la cual, su querido Tom estaba siempre tan orgulloso de él y le daba sus tan ansiadas recompensas), pues como Draco y él estudiaban juntos no quería adelantar mucho al rubio, y sus tutores privados decían que no era saludable forzar de más el núcleo mágico. Eso podría traer problemas más adelante, y Harry ya tenía suficientes problemas...

No obstante, lo que Abraham Potter vio solo fue que su amado Harry era la única serpiente que no se reía de su amigo, e interpretó que era mejor persona que sus otros miembros de casa. Aunque no sabía que en verdad Harry se estaba burlando de ellos en sus adentros, y que esas burlas serían compartidas con sus compañeros nada más salir de clase y estar fuera del radar de audición de la leona jefa, es decir, McGonagall.

A parte de eso y de un par de explosiones por parte de Finnigan y un escándalo de gritos por parte de Longbottom, nada más ocurrió durante la clase de Transformaciones, ni tampoco en lo que restaba de día.

Mientras caminaba hacia la Sala Común de Slytherin esa tarde al acabar las clases, Harry no pudo evitar recordar algunas cosas sobre sus primeros años al lado de su supuesto padrino.


Hace 9 años, Inglaterra, Pequeño Hangleton, Mansión Riddle...

-¡Muy bien, Harry!-exclamó un emocionado Tom Riddle a un pequeño Harrison Potter de 2 años, que caminaba de forma lenta pero segura hacia él.-¡Eso es! ¡Lo estás haciendo genial!

Cuando el niño llegó a los brazos de su protector, Tom no dudó en agarrarlo por debajo de las axilas y levantarlo en el aire mientras daba vueltas y lo felicitaba.

El pequeño Harry había empezado a caminar con un año y medio, lo cual es algo tarde, pero es que Tom lo tenía muy consentido y no lo dejaba pisar el suelo prácticamente nunca, pues siempre lo tenía en brazos.

Harry era la mayor felicidad de Tom.

Riddle vivía por y para Harry desde el momento en que lo vio por primera vez, por eso había desaparecido del mundo como Lord Voldemort, y no tenía pensado volver a iniciar otra guerra en la que su precioso Harry pudiera salir herido. Antes muerto.

Tom dejó de pensar y cargó a Harry en su cadera mientras le hacía carantoñas y las acompañaba con ruidos graciosos que hacían reír al pequeño niño.

En un descuido, el niño calló y se puso serio de repente, asustando al hablante de parsel.

-¡Tom!-exclamó el pequeño Harry, estirando los brazos hacia la cara del mayor y agarrando sus mejillas de forma delicada, dejando así al heredero de Slytherin en una especie de shock.

La primera palabra de Harry había sido su nombre.

¡Su nombre!

¿Podía ser eso un regalo de Salazar por ser tan fiel a sus ideales?

¿O es que acaso el tan venerado Dios muggle existía?

No lo sabía, ni tampoco quería saberlo, solo importaba que en ese instante era el hombre más feliz del mundo, no podía haber nada mejor.

-¡Sí!-le contestó el emocionado Riddle .-¡Sí, soy yo, Harry!

Harry entonces rio y acercó su rostro al del otro y dejó un pequeño beso en los labios del mayor.

En ese momento Tom Riddle se sintió morir. Y habría desfallecido de no haber llevado a su más preciado tesoro en brazos.

-¡Twinky!-llamó Tom a su elfina doméstica.

-¿En qué puede servirle Twinky, amo señor?-preguntó una elfina bajita para su especie y con una nariz muy ganchuda y brazos tan delgados que parecían capaces de romperse con el más mínimo esfuerzo.

-Haz un pastel de chocolate grande. ¡Tenemos que celebrarlo, Twinky!-le dijo Tom, mientras saltaba de alegría, provocando más risas en el menor.

-¿Celebrar el qué, amo señor?-preguntó Twinky, que ya estaba lista para ir a cumplir con la orden de su amo.

-¡Harry a dicho su primera palabra, la cual ha sido mi nombre! ¡Y me ha besado!-Parecía que el heredero de Slytherin no cabía en sí de la felicidad que estaba sintiendo en ese preciso momento.-¡Oh! ¡Y llama a los Malfoy! ¡Tengo que contárselo a Bella y Narcissa!

La elfina solo asintió y se fue a cumplir con su tarea.

Pero una cosa inquietaba al hombre.

Y es que, dado que su madre le había administrado a su padre un poción de amor y que fue concebido mientras en el organismo de su padre aún estaba esa poción, nació sin la capacidad de sentir, no tenía sentimientos, o por lo menos, no positivos.

Entonces, ¿por qué ahora era capaz de sentir?

¿Qué es lo que había cambiado?

Miró al niño en su brazos, ¿había sido por él?

No lo sabía, pero ya tendría tiempo de investigarlo más tarde, de momento se dedicaría a celebrar los logros de su pequeño ángel.

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