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Imprimación

Prólogo


Severus Snape no tenía ni idea de qué era lo que lo había impulsado a buscar al chico del cual, ahora sabía, era padrino honorario. Lo único que sabía era que hacía unos días los duendes de Gringotts le habían enviado una carta pidiéndole que fuera al banco para tratar un asunto importante. Al llegar le habían dirigido al despacho de un duende llamado Ragnok, quien le informó que era el gerente de las cuentas de la familia Potter desde hacía varias generaciones y que también estaba a cargo del testamento del matrimonio Potter. Severus no había sabido qué decir antes eso. ¿Qué era lo que el gerente de las cuentas del maldito de Potter quería de él?

Esa duda no tardó en ser resuelta. Ragnok, sacando un pergamino de un cajón de su escritorio, le informó que Lily y James le habían pedido que, si el Wizengamont no abría su testamento nada más morir ellos, abriese su testamento nada más su hijo, Harry, cumpliese 5 años, lo cual había ocurrido ese verano. Grande fue su sorpresa cuando Ragnok le informó que Lily Potter, antes Evans, le había nombrado primer padrino honorario de Harry. Ragnok también le dio una carta que Lily le había dejado y le dijo que tenía una semana para volver con una respuesta sobre la custodia del niño. Severus había leído y releído la carta de Lily tantas veces a lo largo de esa semana que los bordes ya estaban arrugados.

Lily, su querida Lily, su preciosa Lily, su inteligente Lily, su carismática Lily. Su perfecta Lily. Ella le pedía, Severus casi podía oír la voz suplicante de Lily en su cabeza pronunciando las palabras de la carta, que pasase lo que pasase no dejase a su hijo con su hermana. Ella le decía que no había nadie más a quién podría confiarle a su hijo, su vida y su seguridad, que en la situación en la que se encontraban confiaba más en él que en el propio Sirius Black para cuidar de su hijo. Ella repetía una y otra vez que, a pesar de que James estaba en contra, confiaba en Severus, con marca tenebrosa y todo. Lily le decía que si esta carta le había llegado era porque algo malo les había pasado tanto a ellos como a Black, pues James se había negado a poner a Snape por encima de Black en cuanto a la custodia de Harry, y le pedía que no le dijese nada a Lupin, pues Lily, siendo tan intuitiva como siempre, presentía que el hombre lobo solo le pondría trabas a Severus para aceptar la custodia de Harry como su Guardián mágico.

Pero lo que hizo llorar a Severus durante horas en la sala de estar de su destartalada casa en Spinner's End, lo que lo hizo tomar una decisión sobre la custodia del niño al que todos conocían como El-Niño-Que-Vivió, fueron las últimas palabras escritas por esa mujer a la que le había entregado su vida, y su alma.

"P.D. Te perdono, Severus. Te perdono por las palabras hirientes que me dedicaste, y te perdono por todo lo que no me dijiste. Te perdono por todas las malas decisiones que tomaste en tu vida, porque, a pesar de todo, estamos hechos de los errores que cometemos. Y lo importante no es culparnos por ellos el resto de nuestras vidas. Sino pasarlas tratando de redimirnos de ellos, y confiarte a mi hijo ahora que ya no estoy es mi forma de redimirme por no haberte ayudado más cuando los Merodeadores te atacaban. Aceptar su custodia y cuidarlo podría ser una buena forma de redimirte de todos esos errores con los que cargas en tu conciencia.

Te quiero, Severus.

Siempre tuya,

Lily"

Severus sabía que ella tenía razón. No podía pasarse la vida culpándose y martirizándose por todo lo que pudo haber hecho y no hizo, por todo lo que no debió haber hecho y sí hizo. Tenía que redimirse. Y si la única forma de hacerlo era cuidando del hijo de Lily, entonces estaba más que dispuesto a hacerlo.

Por eso estaba ahí ahora, en el Número 4 de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey, llamando a la puerta de la completamente odiosa hermana mayor de Lily, a punto de quedarse con la custodia del niño al que juró proteger y al que, durante todos esos años, odió con todo su ser por ser el hijo del hombre que más miserable lo había hecho a lo largo de su vida.

Por eso, su ser completo se sacudió con dolor al ver a un pequeño niño, demasiado pequeño para tener los 5 años que debía tener, lleno de moretones y con harapos demasiado grandes para él, abrir la puerta. Y cuando esos enormes y hermosos ojos verdes que tan bien conocía lo miraron medio muertos, Severus supo que esos muggles tenían los días contados.

-¿En qué puedo ayudarle, señor?


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