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Speechless

Capítulo 2




Había pasado un mes desde que Hagrid lo había llevado al Callejón Diagon y Harry había recibido los dos primeros regalos de su vida. El primero había sido la ropa que Madame Malkin le había regalado, y el segundo había sido una preciosa lechuza nival a la que llamó Hedwig, y la cual Hagrid le había comprado como regalo de cumpleaños.

Cuando Harry llegó a casa con toda su ropa, libros, y el resto de cosas nuevas que había comprado metidas en su, también nuevo, precioso baúl de color esmeralda más su nueva y hermosa mascota, a pesar de que los Dursley lo volvieron a encerrar en su alacena Harry no había dejado de sonreír en todo el día, por la noche incluso había llorado un poco mientras abrazaba a Hedwig y trataba de decir lo feliz que era a pesar de que no tenía palabras para pronunciar.

Ahora, solo en la estación de King's Cross, buscando la entrada al Andén 9 y 3/4 mientras empujaba un carrito con su baúl y la jaula de Hedwig, vacía, encima, puesto que la lechuza adoraba estar encima de su hombro y Harry no había podido negarse, lo único en lo que el niño podía pensar era en si podría volver a ver al niño hermoso y presentarse.

Durante todo ese mes había leído todos los libros que había comprado en la librería, tanto los reglamentarios como los adicionales. Hagrid le había dejado comprar algunos libros sobre historia y también le había permitido comprar libros sobre una asignatura en Hogwarts llamada Defensa Contra las Artes Oscuras y sobre otra llamada Pociones, por desgracia Harry no había podido comprar más libros sobre las otras asignaturas, pero no le importaba, al menos tenía un poco de material complementario.

Harry también había descubierto cómo habían muerto sus padres en verdad y la razón detrás de la cicatriz de su frente, aunque, bueno, con las horribles cicatrices de su cuello nadie le prestaba mucha atención a su frente. Y no sabía si agradecer eso o no, puesto que la única vez que alguien había sabido quien era había sido cuando Hagrid y él habían llegado al Caldero Chorreante, y había sido realmente abrumador, mucha gente estrechándole la mano, muchos agradeciéndole, otros exigiendo saber quién le había hecho eso en el cuello. Harry casi prefería que solo lo mirasen horrorizados por las cicatrices de su cuello y que luego hiciesen todo lo posible por ignorarlo. También se había sentido algo perturbado por la forma en la que ese supuesto profesor de Hogwarts, ¿Quirriel?, le había mirado.

Sin embargo, nada de eso había tenido más trascendencia que sus ganas de volver a ver al niño hermoso y poder hablar con él, o todo lo que Harry podía "hablar", y ser su amigo. El niño hermoso no había mirado su cuello, el niño hermoso tampoco había mirado su frente. El niño hermoso lo había tratado como a un niño normal, el niño hermoso se había alegrado por hacerlo reír, el niño hermoso le había prometido enseñarle a volar cuando llegasen a Hogwarts. Harry quería volver a ver al niño hermoso.

Harry apretó ligeramente la bufanda verde alrededor de su cuello, era una de las que Madame Malkin le había regalado. Harry había visto la aprobación en la mirada de tía Petunia cuando había salido de su alacena con la bufanda puesta. Harry sabía que tía Petunia no quería que le vieran las cicatrices, pero "el monstruo" no merecía que tía Petunia gastase dinero para comprarle una bufanda para las cicatrices que habían acabado ahí "por culpa de su enorme y llorica bocaza". Harry resopló, hubo un tiempo en que esos comentarios lo hacían llorar toda la noche, pero ahora ya no les daba importancia. No importaba lo que él hiciera, los Dursley nunca lo querrían, y eso Harry lo tenía bien claro. Por eso, cuando Dudley miró su nueva camisa y sus nuevos pantalones junto con sus nuevas botas de piel de dragón con envidia, Harry se había sentido muy bien. El niño quería ponerse una túnica exterior de diario también, pero tía Petunia le había amenazado con quemarla si lo hacía. Así que Harry había decidido que las botas y la lechuza en su hombro serían suficiente distintivo para ser reconocido como alguien mágico y no se había puesto ninguna túnica.

-¡Atestado de muggles, cómo siempre!

Harry oyó la voz de una mujer gritar y la buscó en seguida. "Muggles" era el termino que los magos usaban para la gente como los Dursley. En cuanto divisó una larga fila de cabelleras pelirrojas Harry decidió seguirlos con sigilo. Pero, por alguna razón, era cómo si la mujer lo esperara y al final Harry había acabado enredado en un vagón con Ronald Weasley, Ron, el hijo varón más pequeño de la señora Weasley, que también iba a empezar su primer año.

Ron empezó a hablar y hablar y hablar, Harry sonreía e intentaba parecer interesado, pero la verdad era que no entendía nada de lo que decía el chico y, además, Harry tenía el presentimiento de que aunque lo hubiese entendido, no le habría interesado. Para Harry no pasó desapercibida la mirada codiciosa del niño al mirar sus botas y su baúl, tampoco el cómo miró a su lechuza, que ahora estaba posada detrás de su asiento, con celos. Harry decidió que este niño no le gustaba, no quería ser su amigo y no quería tenerlo cerca. Este no era como el niño hermoso, este niño era grosero y maleducado, y envidioso. Cuando los ojos del niño se detuvieron en su frente algo cambió en él, le sonrió y le preguntó si era Harry Potter, cuando Harry asintió de mala gana y le enseñó el flequillo el niño empezó a comportarse como si fueran los mejores amigos.

A Harry no le gustó.

El único niño que podía ser su amigo era el niño hermoso. Él sí le había hecho reír, y él no se había molestado ni impacientado cuando Harry no le había contestado de forma verbal. Justo cuando Harry creyó que ese Ron iba a tirársele encima exigiendo que le hablara, la puerta de su vagón se abrió. Los ojos de Harry se abrieron con sorpresa y una gran sonrisa luchaba por salir a la luz.

¡Era el niño hermoso! ¡El niño hermoso había llegado a rescatarlo! El niño hermoso iba a ser su amigo, e iba a enseñarle a volar, y quizás también a jugar al Quidditch, había leído sobre el deporte en uno de sus nuevos libros y pensó que si el niño hermoso sabía volar, también sabría jugar y podría enseñarle y así jugarían juntos.

El niño hermoso los miró a los dos, pero cuando sus ojos de plata se posaron en Harry se abrieron de forma desmesurada. El niño hermoso había tenido una mueca indiferente en el rostro hasta entonces, pero cuando vio a Harry sonrió. Justo como había sonreído al despedirse de él en la tiende de Madame Malkin, ¡con dientes y todo!

Harry pronto se encontró devolviéndole la sonrisa con ganas. El niño hermoso lo había encontrado y eso era todo lo que importaba.

O eso pensaba hasta que escuchó al niño Weasley pedirle al niño hermoso y sus dos matones, en los cuales Harry se acababa de fijar, que se fueran de una forma muy grosera. Harry frunció el ceño y se puso de pie. El niño Weasley sonrió pensando que quería echar al niño hermoso, pero Harry solo miró mal al de pecas y se acercó al niño hermoso. Harry estaba vez estaba listo y tenía su libreta a mano, listo para escribir, pero cuando iba a hacerlo el niño hermoso lo detuvo. El niño hermoso le sonrió y luego hizo un gesto con la mano. Un gesto que Harry reconoció enseguida como «Hola» en lenguaje de signos.

Harry abrió los ojos y la boca con impresión. ¡El niño hermoso sabía lenguaje de signos!

Ante la reacción de Harry el niño hermoso rio con ganas y luego hizo otros dos gestos con las manos, despacio y con cuidado, pensándolo bien antes de hacerlos. Harry los reconoció como los signos para «Yo me llamo» o bien «Mi nombre es», luego el niño hermoso se detuvo y miró a Harry con un poco de vergüenza antes de hablar.

-Draco Malfoy.-el niño hermoso, Draco, parecía frustrado.-Lo siento, todavía no sé hacer todas las letras en el lenguaje de signos de memoria, así que no puedo deletrear mi nombre. ¡Pero estoy aprendiendo!-Draco exclamó con entusiasmo.-Le pregunté a madre y a padre sobre eso que hacías con tus manos en la tienda de Madame Malkin y madre me explicó sobre el lenguaje de signos, y les pedí que me dejasen aprender y me consiguieron un tutor nacido de muggles. Él me ha estado enseñando todo el mes y ya puedo hacer bastantes frases, no muchas y no sé todo el alfabeto, pero he pensado que podrías enseñarme lo que aún no sé para que puedas hablar conmigo sin que tengas que andar escribiendo en esa libreta todo el día. Ya será muy agotador todo lo que tendremos que escribir para los deberes y exámenes y he pensado que también necesitas descansar tus manos de escribir a la hora de hablar, igual que los demás. Y como nadie más en el mundo mágico sabe idioma de signos, he aprendido para que así tengas a una persona que sí sepa.

Harry sintió las lágrimas agruparse en las comisuras de sus ojos. El niño hermoso se había pasado todo el mes aprendiendo lenguaje de signos para poder hablar con él. Eso era lo más bonito que nadie había hecho por Harry jamás. Los Dursley simplemente habían dejado que un maestro de la escuela que conocía el lenguaje de signos le enseñara cuando perdió la voz. No es como si lo hubiesen llevado a un hospital por las quemaduras o se hubiesen preocupado por su estado, razón por la cual perdió la voz en primer lugar. Si hubiesen llevado a Harry al hospital el día en que tía Petunia le puso la plancha en la garganta para que se callara, sus cuerdas vocales se habrían salvado y Harry podría hablar, las cicatrices se hubieran quedado igual, pero Harry tendría voz. Por supuesto, los Dursley solo lo tiraron en la alacena y solo fue llevado al hospital cuando apareció el lunes en la escuela con la garganta quemada llena de ampollas y las cuerdas vocales infectadas con pus, ningún médico había podido hacer nada y Harry podía dar gracias de seguir con vida. Los Dursley tampoco se preocuparon por comunicarse con él, la única razón por la que podía comunicarse con los demás era gracias a su profesor, que se había quedado horas extra con él enseñándole una nueva forma de hablar.

Pero ahora el niño hermoso solo lo había visto una vez, durante unos minutos, en una tienda y se había pasado un mes entero aprendiendo el lenguaje de signos para hablar con él. Harry estaba muy feliz, más feliz que cuando Madame Malkin y Hagrid le dieron sus regalos en su cumpleaños, más feliz que cuando Hagrid le dijo que era un mago.

-¿Por qué estás llorando?-preguntó Draco, mirando a Harry con algo de miedo, luego miró sus manos con horror.-¿No me digas que lo he hecho tan mal? Estaba seguro de haberlo hecho bien. Son los gestos que más me he esforzado en memorizar.

Harry rio y se limpió las lágrimas. Draco lo miró y Harry empezó a mover sus manos despacio, para que Draco pudiera entenderlo o pararlo en caso de no conocer el gesto.

«No. Lo has hecho bien. Gracias. Eres el primero que hace algo así por mí.»

Draco miró los movimientos de Harry concentrado, pero a pesar de eso se perdió después de «Eres el primero...»

-He entendido todo excepto la última parte de la última frase.-dijo Draco, un poco sonrojado, creía que su nivel era lo bastante bueno. Pero Harry solo sonrió de forma más amplia y volvió a coger su libreta, que había dejado a un lado para hacer los gestos.

«Eres la primera persona que ha aprendido lenguaje de signos por mi. Muchas gracias. Soy Harry Potter.»

Draco leyó el mensaje y le sonrió a Harry. Pero luego lo volvió a leer y lo miró con la boca abierta.

-¿Eres Harry Potter?-Draco había sido más delicado que Ron, pero Harry había notado la impresión de igual forma. Harry esperaba que eso no supusiera una barrera entre él y Draco. Realmente quería ser su amigo. Draco pareció notarlo, porque de inmediato cambió su expresión, y volvió sonreírle mientras le extendía la mano.-Perdón, es solo que he crecido oyendo hablar de ti, pero no eres lo que me habían contando. Espero que podamos ser amigos.

Harry sonrió y asintió con entusiasmo, y justo cuando levantó su mano e iba a tomar la de Draco, Ron Weasley reaccionó y lo agarró por el brazo. Harry lo miró con el ceño fruncido.

-¿Qué haces?-exclamó el pelirrojo con rabia.-¡Es un Malfoy! En su familia son seguidores de Quien-tú-sabes. ¡Son oscuros! ¡No puedes ser su amigo!

Harry entrecerró los ojos, listo para empezar a hacer un montón de gestos obscenos a Ron, cuando Draco habló.

-Ropa de segunda mano, cabello pelirrojo, pecas...-Draco lo miró con desprecio de arriba a abajo.-Tú debes de ser un Weasley. Al fin y al cabo, sois los únicos sangre puras tan pobres que hay por aquí.

Harry sintió un escalofrío por la manera en la que Draco arrastraba las palabras, mordaz y certero. Harry vio enrojecer a Ron, por un momento sintió pena por el niño, luego recordó lo grosero que era y que le había impedido tomar la mano de Draco y decidió ignorarlo.

Harry se giró, por un momento Ron pensó que había ganado y le dirigió una sonrisa triunfante a Draco, que solo lo miró molesto y listo para preguntarle a Harry qué hacía, cuando los cuatro niños, incluidos Crabbe y Goyle, que se habían mantenido como simples espectadores, oyeron el sonido metálico de un baúl chocar contra el suelo. Todos miraron a Harry levantar el asa de su baúl y luego extender su brazo a Hedwig, que rápidamente se posó en el hombro de su dueño, y luego darse le vuelta, pasar a Ron y sonreírle a Draco mientras cogía su mano y tiraba de él lejos de ese vagón, y lejos de Ron, después de haber escrito algo en su libreta.

«Me encantaría que seamos amigos. ¿Tú vagón queda muy lejos? Mi baúl pesa un poco y yo tengo un cuerpo débil, me canso rápido.»

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