Prólogo
Harry Potter enarcó una ceja y observó. Simplemente observó, mientras el cuerpo de la chica pelirroja se hacía más y más frío con cada minuto que pasaba, mientras el recuerdo delante de él se hacía más y más corpóreo. Y entonces sonrió, justo como había visto al jefe de su casa sonreír una vez. Y Harry sabía que no era una sonrisa feliz, ni una sonrisa cálida, ¡demonios!, ni siquiera era una sonrisa de verdad. Era una mueca fría y perversa que te hacía sentir escalofríos hasta en partes del cuerpo que no existían, era un movimiento que haría que hasta el "recuerdo" del joven señor oscuro que tenía delante dejase de sonreír con prepotencia y empezase a preocuparse.
-Oh, pero Tom,-Harry saboreó el nombre de quien, ahora sabía, había asesinado a sus padres (no es que al chico realmente le importase, ya ves, nunca había conocido a esas personas de todas formas).-no creerás que esa es mi única varita, ¿verdad?
El horrocrux miró con fascinación como ese precioso chico de 12 años sacaba una segunda varita, que tenía escondida en una funda en su tobillo izquierdo. Bueno, el Señor Oscuro (o casi Señor Oscuro, técnicamente hablando) entendía ahora por qué el chico había quedado en Slytherin y no en Gryffindor, donde Dumbledore (y el resto del mundo mágico) esperaba que quedase. El chico era listo, astuto y perverso, porque Tom podía ver la diversión en esos ojos esmeraldas al mirarle, y la curiosidad y el morbo se dejaban entrever cada vez que el chico dirigía su atención hacia el cuerpo casi sin vida de la pequeña Gryffindor pelirroja.
Y Tom lo miró, por primera vez desde que conoció al chico, se fijó en él, en su rostro, en sus gestos, en esos pequeños destellos en sus ojos que escapaban de su máscara perfecta, y se vio reflejado en ese chico. Un chico mestizo, sin padres y que había salido de un lugar abusivo (porque había que estar ciego y ser estúpido para no notar los evidentes signos de abuso en el chico), demasiado inteligente para su propio bien, desconfiado y, por encima de todo, asustado de ese nuevo mundo en el que tenía que vivir y donde nadie le aceptaba, porque estaba claro que los del bando de la luz lo tacharían de mago oscuro por quedar en Slytherin, y los Slytherins lo despreciarían por "derrotar" a su Señor.
Harry también miró a Tom, no vio al Señor Oscuro Voldemort o al asesino de sus padres, solo vio a un chico de 16 años, un chico que, al igual que él, no conocía el amor o la aceptación, un chico muy inteligente y capaz de hacer cualquier cosa por cumplir sus metas, un chico que no temía usar su atractivo, incluso, si era necesario.
Los dos se miraron a los ojos y ambos vieron la comprensión y la aceptación en los ojos del contrario. Harry casi quiso llorar al darse cuenta de que la persona que mejor le entendía era, precisamente, la misma persona por la cual había acabado en esa situación para empezar. Pero en verdad no le importaba, porque por fin tenía a alguien capaz de comprenderlo, alguien que no lo juzgaba ni lo criticaba.
Harry Potter por fin había encontrado a su igual, y ambos se asegurarían de hacer que el mundo mágico pagara con creces por el daño que les habían hecho.
Harry Potter y Tom Riddle harían al mundo mágico temblar. Y lo harían juntos.
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