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¿Eres mi padre?

Capítulo 1


Harry se encontraba leyendo un libro de magia oscura, camuflado como un libro de historia, en su vagón en el Expreso de Hogwarts. Estaban camino a Londres para las vacaciones de verano. Harry, como siempre, estaba solo y aislado en el último vagón del tren.

El niño había sido un paria desde que había quedado clasificado en Slytherin. Nadie le hablaba y todos le despreciaban. Unos por ser "el siguiente Señor Oscuro" y otros por ser "el que mató al Señor Oscuro". No es como si a Harry le importase, al fin y al cabo, el niño había vivido con el desprecio y el odio de su "familia" durante toda su vida.

Y es "familia", entre comillas, porque el verano anterior, a través de una prueba de herencia, Harry había descubierto que Lily Evans no era su madre biológica. Por no ser, no era ni la esposa de su padre, James Potter.

Aparentemente, James se había enamorado de un muggle, un tal Anthony Stark, y había decidido tomar una poción fertilizante para poder tener un hijo con él, pero antes de poder decirle al tal Anthony que iban a tener un bebé, había estallado la guerra contra el Señor Oscuro en Inglaterra y James se había visto obligado a volver. Después de pasar un tiempo luchando en Inglaterra, Lord Potter había entendido que ya no podría volver a América si no quería poner en riesgo al muggle al que amaba y, con todo el pesar de su corazón (no es como si Harry entendiese lo que quería decir esa frase, de todas formas, nunca había sentido pesar ni amor por nadie), había hecho un último viaje a América para obliviar al hombre al que amaba y luego había fingido casarse con su amiga, Lily, y habían montado la farsa de que el bebé era de ellos dos. James pensaba contarle a Harry sobre su padre biológico, pero por desgracia para él había muerto antes de poder hacerlo. Sin embargo, Lily había sido más precavida y le había dejado a Harry una carta explicándole toda la situación. Al principio de esa carta, Harry, siendo el niño que aún se suponía que era, se había ilusionado como si fuera Navidad, pues tenía un padre que probablemente le amaría y le llevaría lejos de los Dursley, para cuando llegó al final de la carta, la ilusión de Harry había muerto, junto con los últimos restos del niño que debería haber sido, pero que nunca se le permitió ser.

Después de eso, Harry pensó que estaría solo para siempre, que nadie le entendería ni le querría nunca. Y entonces llegó Tom. Tom Marvolo Riddle, también conocido como Lord Voldemort, el asesino de sus padres, y también la única persona del mundo que sentía algo parecido al aprecio por Harry. Harry también sentía aprecio por Tom. Eran iguales, al fin y al cabo, los dos tenían pensado destruir (o dominar, en el caso de Tom) el mundo mágico juntos. Harry sabía que la parte principal del alma de Tom (porque sí, Tom le había hablado sobre los horrocruxes) sería un problema, pero Harry pensaba encargarse de él si hacía falta (sin dañar a Tom en el proceso, por supuesto).

Harry suspiró y miró su baúl una vez más, deseando poder sacar el diario de Tom de ahí dentro para poder tener una conversación con él. Pero no estaban en su habitación en Slytherin ni en la Cámara de los Secretos, así que hacer algo así sería demasiado peligroso. Por suerte para Harry, a pesar de que los Dursley le habían dado el segundo cuarto de Dudley, procuraban nunca acercarse a él cuando Harry estaba en casa, lo que le daba la privacidad que necesitaba para poder hablar con Tom siempre que quisiera. Aunque, por otro lado, había descubierto que materializar a Tom hacía que necesitase ingerir más comida y dormir más de lo habitual para que a su cuerpo no le pasase lo que le sucedió al de Ginny Weasley, que llevaba dos meses en San Mungo, desde que Harry la había "encontrado" desmayada en el baño de chicas del tercer piso. Nadie lograba descubrir qué le había pasado, solo que había entrado en coma y no había esperanzas de que despertaría pronto.

Para cuando Harry se dio cuenta, el tren ya estaba parando en la estación de Kings Cross. Harry suspiró con pesar. Odiaba tener que volver con esos asquerosos muggles con los cuales se veía obligado a vivir, pero no es como si a Harry le quedara otra opción, al fin y al cabo, su padre muggle había sido obliviado antes de saber de su existencia y no había nada que Harry pudiera hacer, los recuerdos obliviados eran imposibles de recuperar. Bueno, casi imposibles, se necesitaba una magia muy poderosa para hacerlo, magia que ningún mago o bruja había poseído desde Merlín y Morgana.

Harry cogió su baúl y la jaula de Hedwig y salió del tren, el chico no tenía a nadie de quien despedirse, así que caminó directamente hacia la salida del andén 9 y 3/4 y caminó hasta la salida muggle del lugar. Buscó con la mirada por la acera para poder encontrar a su "tío" y su coche, pero su vista se vio obstruida por un corpulento hombre que se puso delante suyo.

-Disculpe, señor.-dijo Harry, tratando de ser lo más amable posible, lo último que necesitaba era maldecir a un muggle en un lugar atestado de otros muggles.-Estoy buscando a mi tío, así que le agradecería que se apartase, por favor.

El hombre simplemente sonrió y se agachó hasta quedar a su altura. Harry sintió su mano picar por las ganas de sacar su varita y maldecir al muggle.

-Eres Harry Potter, ¿verdad?-preguntó el hombre, llamando la atención de Harry. No sonaba como una pregunta de verdad, así que Harry suponía que el hombre no quería una respuesta. El chico frunció el ceño, no se suponía que ningún muggle conociera su nombre.-Yo me llamo Happy, estoy aquí para escoltarte.

-¿Escoltarme?-preguntó Harry, frunciendo aún más el ceño.-¿Escoltarme a dónde?

Happy sonrió aún más y cogió el baúl de Harry sin ningún esfuerzo, luego se puso de pie y empujó levemente a Harry con una mano en su hombro hacia una enorme limusina negra.

-Voy a llevarte con tu padre, Harry.-fue la respuesta del gran hombre, mientras abría la puerta de la limusina y empujaba a Harry dentro.



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