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Su verdadera manada

  • Foto del escritor: babochki_lyubov
    babochki_lyubov
  • 2 ago 2020
  • 5 Min. de lectura

CAPÍTULO 1


Era un día como cualquier otro en Beacon Hills, todo iba bien y era normal para todo el mundo.

Para todos, menos para una persona. 

Stiles Stilinski. 

Quién estaba totalmente solo y aislado en la hora del almuerzo, alejado de sus supuestos amigos, que habían empezado a dejarlo de lado hacía algunas semanas sin razón aparente. Ya no recibía las horas de las reuniones y no lo invitaban a los entrenamientos de manada. Ningún miembro de la manada le dirigía la palabra a menos que fuera estrictamente necesario para la escuela, y aún entonces buscaban cualquier forma de no hacerlo hasta que no les quedaba más remedio. Después empezó a ser rechazado constantemente cuando se sentaba con ellos en el almuerzo, lo dejaban de lado en su mesa y cuando intentaba hablar con ellos lo ignoraban o lo mandaban a callar, no contestaban sus llamadas o mensajes, ni siquiera Derek o Peter, o incluso Cora, que había decidido quedarse en Beacon Hills con su hermano y tío. 

Absolutamente nadie.

Hasta su padre y Melissa, la madre de Scott, habían empezado a actuar extraño con él, por no hablar del profesor de historia, el padre de Kira. Era como si el evitara cualquier tipo de contacto visual con Stiles por miedo a algo. 

Haciendo la cuenta, ya habían pasado casi dos meses desde que esto había empezado a suceder, y un mes y medio desde que Stiles había empezado a ir a almorzar al campo de lacrosse, pues los matones de la escuela volvían a ir a por él ahora que ya no estaba bajo la "protección" de Scott. Stiles había perdido la cuenta de las noches en vela y las tardes llorando a lágrima suelta que había pasado en los dos últimos meses debido al rechazo. Había llegado a un punto en que creyó, por segunda vez en su vida, que se había quedado sin lágrimas de tanto llorar. 

Sus pesadillas eran más recurrentes que nunca, pero su padre ya no estaba ahí para tranquilizarlo cuando se despertaba gritando. Era como si todo el mundo lo rechazara, como si nadie lo quisiera. 

A veces podía sentir miradas de desprecio dirigidas en su dirección, casi como si fuera un... 

No, se había convencido hace mucho tiempo de que las palabras de su madre habían sido producto de su enfermedad y que no eran verdad. 

Él no era un... 

No lo era, nunca lo había sido. 

Pero saber eso no hacía que fuera más fácil soportar lo que estaba sufriendo por parte de todo el mundo en Beacon Hills. 

Se sentía más fuera de lugar allí que nunca. 

Era como si se hubiese roto toda conexión que lo mantuviese atado a ese lugar de una vez por todas y de forma irreparable. 

Y odiaba sentirse así, porque sentirse así implicaba que podía irse, que nada lo ataba más allí, no tenía amigos y su padre parecía quererle lejos también, era como si todos se hubiesen aliado para hacerle sentir que debía irse del pueblo y no volver, pero Stiles no quería eso. 

Si nada lo mantenía atado a ese lugar y debía irse, implicaba abandonar lo único que le quedaba de su madre. Porque así era, ese lugar, ese pueblo en el que su enferma progenitora pasó gran parte de su vida era lo único que le quedaba a Stiles de ella, de la mujer que le dio vida y lo amó como nadie nunca iba a volver a amarlo. 

Ese pueblo y los recuerdos que tenía en su casa de ella eran lo único que le quedaba, e irse significaba dejarlo atrás, marcharse significaba alejarse de ellos, y hacer eso lo destrozaría de una forma irreparable. 

No podía irse, no importaba lo que le hicieran, no importaba el peligro o si no le quedaba nadie allí, Stiles no se iría, no abandonaría el sitio donde estaba enterrada su madre. 

Nunca. 

Ni aunque su vida dependiera de ello. Por eso se sorprendió de lo que su padre le dijo nada más llegar a casa por la tarde.

-Hijo.-el Sheriff se levantó del sofá de la sala de estar al ver entrar al adolescente.-Siéntate. Tenemos que hablar.-una vez el chico hizo lo dicho, Noah Stilinski solo suspiró, se volvió a sentar, y miró a su hijo con atención, casi con culpa.-Tienes que irte de la ciudad.

Esa frase fue como un balde de agua fría para Stiles. Sabía cual sería su respuesta, pero aún así le dolió que su padre le dijera eso.

-¿Qué?

-Tienes que irte.-repitió el Sheriff, no miró a su hijo ni un momento.-No puedes quedarte aquí. Es demasiado peligroso y, además, sé que ya no te sientes cómodo aquí. No tienes amigos, te pasas las tardes llorando en tu cuarto. Tus pesadillas son mucho más recurrentes y yo ya no puedo consolarte y cuidarte como antes. Por favor, hijo, hazle caso a tu viejo padre y vete a un lugar mejor. No te quedes atrapado aquí como, como... como ella.

A pesar de no haber dicho su nombre, Stiles sabía que su padre se refería a su madre. Eso lo hizo enfadar.

-No puedes obligarme a irme.-la rabia era más que palpable en su voz, y su padre lo miró sorprendido por su reacción.-No voy a irme, no importa lo que hagas o digas. Me quedaré aquí, con ella, hasta mi último aliento. No puedes alejarme del lugar en el viví tanto tiempo con mamá, del lugar que aún conserva tantos recuerdos sobre ella. Si me voy...-se obligó a respirar, se estaba alterando y eso no era bueno.-si me voy, con el tiempo la olvidaré. ¿Cómo puedes pedirme eso? ¿Qué me vaya? ¿Qué la olvide? ¡Era mi madre, joder! Esto es todo lo que me queda de ella. Este puñetero pueblo y esta maldita casa, y tú no vas a quitármelo.  La única forma de que me vaya de este pueblo es muerto. Aunque después de los últimos meses, no me sorprendería que algún día las palizas que me dan en el colegio desde que estoy completamente solo me acaben matando.  Cuando eso ocurra y vayas a recoger mi cadáver de la morgue, entonces podrás llevarme a donde quieras, porque ya no me podré oponer, aunque preferiría que me enterraras con mamá.-Stiles tomó dos respiraciones, intentando calmarse.-Ahora, si me disculpas, tengo deberes que hacer.

Stiles se levantó, dejando a su padre con la palabra en la boca y la boca abierta de la impresión. El adolescente fue a su habitación y se encerró allí, donde trató de respirar con regularidad, pero no pudo hacerlo. Estaba teniendo un ataque de pánico y no podía distraerse con nada. 

Sin embargo, sintió algo duro dentro de su bolsillo, con las manos temblando y las lágrimas bajando por sus mejillas, lo sacó, dándose cuenta de que era su móvil. Lo miró durante unos segundos antes de desbloquearlo y llamar a esa persona con decisión. 

Puso el móvil en su oreja y, sin saludar cuando contestaron, dijo:

-Soy yo.-escuchó a la persona del otro lado preocuparse por el tono tembloroso en su voz.-No tengo tiempo para explicaciones.-tomó una pausa para respirar, sintió su ataque de pánico empezar a remitir, su mente aclarándose, pero Stiles ya había tomado una decisión.-Os necesito.

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