top of page
  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Su verdadera manada

CAPÍTULO 4


Derek se giró, despacio, mirando al chico que había detrás de él. 

Era el joven lleno de tatuajes que había visto en el aparcamiento del Instituto. Era alto, su pelo era negro y sus ojos eran de un azul verdoso, y miraban a Derek de una forma muy poco amistosa. 

-¿Quién eres tú?-contestó Derek, no dejándose intimidar por el chico más joven. 

Entonces, Hale lo sintió. Lo olió. 

Ese chico era un hombre lobo.

El chico le gruñó.

-Esto es propiedad privada, y yo he preguntado primero.-dijo entre gruñidos. 

Derek frunció el ceño. ¿Así sonaba él cuando hablaba entre gruñidos?

-¡Nate!-gritó una mujer, desde la casa.-¡Mueve el culo aquí, te necesito para un experimento!

El chico, el tal Nate, frunció el ceño y siguió gruñendo. Pero empezó a caminar de vuelta a la casa.

-Sal de aquí, y no vuelvas.-sus ojos se volvieron azules eléctricos. Era un hombre lobo, como Derek había olido, pero no solo eso, él había matado.-A Stiles no le gustara saber que has entrado en su territorio.-Derek se tensó al oír el nombre del humano. Nate sonrió con altanería.-No os quiere ver, ni os quiere en sus terrenos. Así que no vuelvas, lobito Hale.

El chico se dio la vuelta y se fue. Sus andares demostraban lo victorioso que se sentía por la charla que había tenido con Derek. 

Hale se fue de vuelta al loft, con la cabeza gacha y pensando en las palabras del otro hombre lobo.

Tan preocupado estaba por el hecho de que Stiles no los quisiera cerca que no se dio cuenta de que ese Nate había dicho su nombre. 

Eso significaba que sabía quien era, a pesar de que él no le había dicho nada.

Algo le decía a Derek que esto no había hecho más que empezar.

Y así entró al loft, donde Peter le esperaba con su típica sonrisa burlona en la cara.


Mientras Derek se perdía por el bosque y se metía en los terrenos de las nuevas manadas de Beacon Hills, en el Instituto la manada Hale-McCall intentaba averiguar quiénes eran los nuevos, de qué conocían a Stiles y qué narices le había sucedido a Stiles para cambiar tan radicalmente de la noche a la mañana.

Es decir, si sabían que ellos habían estado provocando una situación durante dos meses. 

La manada se había puesto de acuerdo con el sheriff, Melissa y el señor Yukimura para hacer que Stiles dejara de sentirse cómodo en Beacon Hills y decidiera irse. Irse lejos, para poder estar a salvo de toda la locura de Beacon Hills y las manadas, lo habían hecho para protegerlo, para que no se quedase atrapado en medio de la acción y muriese o volviese a pasar algo como lo del Nogitsune de nuevo. Allison había sobrevivido de milagro, igual que Ethan. 

Todos los hombres lobo habían aguzado el oído a lo largo de toda la mañana, pero no captaban nada. 

Todo el Instituto se había fijado en ellos. Lo que llamaba la atención no era que fueran nuevos, ni siquiera era el hecho de que eran un montón de personas, si no sus estilos. 

Muchos de ellos tenían un estilo parecido al de Stiles, pero también había otros que tenían estilos completamente contrarios, parecían, desde fuera, el tipo de personas que se llevarían como perros y gatos los unos con los otros. 

Sin embargo, a la hora del almuerzo estaban ahí, caminando por los pasillos del Instituto como si fuesen los amos, y todos juntos, protegiéndose los unos a los otros. Parecían tan cercanos.

Uno de los matones del Instituto se acercó a ellos, con la vista fija en una de las chicas que estaba al frente del grupo, al lado de Stiles y su hermana, que caminaban abrazados de la misma manera en que habían entrado en el Instituto esa mañana.

Cuando el matón estuvo lo suficientemente cerca todo el grupo se tensó, todos, a la vez. Fue impresionante su coordinación. 

La chica tenía el pelo de un color rubio albino y era de estatura normal. Parecía algo nerviosa a medida que el chico se acercaba. La manada notó como las 20 personas, incluida la chica albina, estaban en alerta por el acercamiento del extraño.

-Hola, guapa.-dijo Markson, era uno de los jugadores de lacrosse. Scott quiso echarle del equipo en cuanto se hizo capitán, pero el entrenador no le dejó porque Markson era uno de los mejores jugadores que tenían. El chico se apoyó en una taquilla, impidiéndole el paso a la chica albina. Seguramente creyó que los otros 19 seguirían caminando, pero todos se pararon a la vez. En completa sincronía. Miraban a Markson con los ojos entrecerrados, bueno, la albina no, ella parecía risueña. Markson se incomodó, pero no se dejó amedentrar y siguió coqueteando con la chica nueva.-¿Quieres salir conmigo un rato? Tus amigos pueden ir a la cafetería mientras nosotros...-hizo una pausa, acercándose. Toda la manada pudo percibir el peligro que corría Markson y empezaron a acercarse.-charlam-...

Markson no pudo acabar de hablar porque la melliza de Stiles había agarrado la mano que el chico había levantado para intentar tocar el pelo de la otra chica. La estaba apretando con fuerza y la alejaba de la chica albina.

-Primero.-Sarah levantó un dedo, de la mano que no usaba para torcerle la muñeca a Markson.-Su nombre es Shiro, no guapa.-Sarah torció un poco más su agarre, Markson soltó un pequeño chillido, que sonó como el de un cerdo en el matadero.-Segundo.-Sarah levantó otro dedo.-Ella no quiere "charlar" contigo.-hizo comillas con los dedos al decir charlar y volvió a torcer un poco la muñeca del chico, que ahora estaba arrodillado del dolor. Estaba prácticamente llorando, la manada Hale-McCall no daba crédito a lo que veía.-Y tercero.-levantó un tercer dedo.-No nos iremos a ningún lado sin ella.

Sarah al fin le soltó. La mano de Markson cayó al suelo y él se hizo un ovillo encima de esta, intentando protegerla de un nuevo ataque de Sarah Stilinski.

-No vuelvas a acercarte a nosotros.-Los 20 empezaron a caminar lejos del chico casi llorando en el suelo. Sarah murmuró algo mientras se alejaba, algo que solo los que tenían oído de hombre lobo pudieron oír.-Si sabes lo que te conviene.

-¿Qué... acaba... de... pasar?-preguntó Allison, mirando impresionada a Markson. 

Todos estaban tan en shock como ella. En cuanto se recuperaron corrieron detrás de los amigos de Stiles, intentando alcanzarlos. Ellos se habían apoderado de una de las mesas del patio exterior de la escuela. Eran 20, así que cualquiera pensaría que necesitaban 3 o 4 mesas. 

Pero ellos se apañaron para caber los 20 en una sola mesa. Algunos sentados en los bancos, otros encima de la mesa, otros estirados o sentados en el suelo, y otros sentados encima de otros.

La manada se sentó lo más cerca posible sin que pareciera sospechoso y empezaron a escuchar, contándoles a los que no tenían oído de hombre lobo lo que oían.

-Ha sido divertido lo que le has hecho a Markson, hermanita.-estaba diciendo Stiles, con una sonrisa de orgullo pintada en el rostro. Sarah, sentada en su regazo, sonrió.

-Claro que sí.-ella empezó a comer unas galletas que había sacado de su bolso.-Intentaba ligarse a una de mis chicas. No esperabas que me quedase de brazos cruzados, ¿o sí?

Stiles soltó una carcajada, una carcajada muy real. Una de las que la manada Hale-McCall no había oído en mucho tiempo.

-Por supuesto que no.-él comió una galleta que su hermana le ofrecía.-Si hubiese sido alguna de mis chicas tampoco habría tenido piedad.

Todos fruncieron el ceño. ¿Sus chicas? 

Ahora fue el turno de Sarah de soltar una carcajada.

La manada en seguido se dio cuenta de que todos los demás, a pesar de no participar en la conversación de los mellizos Stilinski, tampoco hablaban entre ellos. Estaban escuchando la conversación, sonriendo. 

Era como si esperasen para que Stiles y Sarah les diesen permiso para hablar. ¿Qué era todo eso?

Stiles miró en dirección de dos chicos. Uno estaba sentado encima del otro, acurrucado contra su cuello. Parecían pareja. Stiles suspiró y negó con la cabeza, luego sonrió y empezó a hablar con ellos mientras Sarah le preguntaba a la chica albina, la cual habían descubierto que se llamaba Shiro, si estaba bien.

Esa pareció la señal para que todos los demás empezaran a hablar entre ellos. 

Los miembros de la manada Hale-McCall se miraron entre ellos y decidieron que cada uno se centraría en una conversación.

Scott se centró en Stiles.

-Así que...-había empezado a hablar Stiles. Uno de los chicos, el que estaba sentado debajo, le miró. Parecía algo mayor que el chico que tenía acurrucado encima. Le acariciaba el pelo con dulzura.-Josh, ¿qué tal tu grito?

Scott no entendió. ¿Su grito? ¿Qué?

-¿Y a ti qué te importa, viejo?-contestó, de forma muy cortante.

Stiles, lejos de ofenderse, rió.

-Solo era curiosidad. Hace meses que no nos vemos y anoche nadie me puso al día.-Stiles se encogió de hombros, lucía divertido. Era una actitud que Scott nunca le había visto. No sabía qué pensar.-Solo hablamos de mi.

El chico bufó, rodó los ojos y luego miró a Stiles de forma irrespetuosa.

-Cuidado con lo que vayas a decir, pequeño banshee.-Stiles había entrecerrado los ojos al ver al otro abrir la boca para hablar. El más joven cerró la boca al instante, pero siguió mirando desafiante a Stiles.

Scott abrió los ojos, atónito. ¿Banshee? ¿¡Stiles había dicho banshee!? 

-Mike.-llamó Stiles ahora, su voz sonando mucho más suave de lo que había sonado mientras hablaba con el tal Josh.

El chico, Mike, abrió los ojos, se giró, miró a Stiles y le sonrió con cariño.

-Hola.-murmuró, parecía muy tranquilo y Scott no supo si era así siempre o solo cuando ese Josh estaba cerca.-¿Cómo lo llevas, alfa?

¿Alfa?

1 visualización0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page