top of page
  • Foto del escritorbabochki_lyubov

¿Y ahora qué?

CAPÍTULO 1


Dolor. Era lo único que sentía, dolor en mi pecho, en mis brazos, mis piernas... Dolor en mi corazón.


No podía respirar, sentía una gran presión en las costillas, mi cabeza dolía demasiado, se sentía como si me estuvieran taladrando el cerebro.


Era incapaz de abrir los ojos, todo estaba en la oscuridad más absoluta. Tampoco escuchaba nada, sentía como si mis oídos estuviesen taponados. Empecé a sentir pánico, no sabía que ocurría, no era capaz de sentir mi cuerpo, no sabía si lo estaba moviendo o no, no sabía nada. El pánico y la ansiedad estaban provocando que mi respiración, ya dificultosa, se volviese demasiado superficial como para ser sana.


Y, entonces, en medio de todo aquel caos que era mi mente, de repente, todo se volvió en nada.


No había absolutamente nada, ni pánico, ni dolor, ni ansiedad, ni presión... Nada.


Nada.


El eco de esa voz resonando por toda mi cabeza, como si fuese una cueva enorme y vacía. A estas alturas ya nada me sorprendería.


¿Ya está? ¿Así es como moriré?


Eso parece.


Otra vez tú. Aunque no debería sorprenderme, al fin y al cabo eres mi conciencia.

Estás siempre conmigo aunque nunca me hables.


Exacto.


¿Es todo lo que tienes por decirme? ¿"Exacto"? ¿"Eso parece"? ¿No hay nada más?


No. ¿Qué esperabas? ¿Qué te diera un discurso sobre la vida y la muerte? ¿Sobre los errores o sobre el pasado? Soy tú, ¿recuerdas? Pensamos igual.


Cierto. No podría esperar más de mi mismo.


Pero...


Ya estamos, por algo eres mi conciencia.


¿Es así como quieres morir? ¿Estás satisfecho con tu vida? ¿Estás satisfecho con lo que has logrado? ¿Con lo que has conseguido? ¿No hay nadie de quien te quieras despedir? ¿Nadie a quien quieras ver por última vez?


...


¿O simplemente alguien por quien quieras seguir luchando?


...


¿Ya no tienes nada que decir? O es que acaso ¿ya te has muerto, Anthony?


Sigo aquí.


¿Y?


¿Y qué?


¿Cuál es tu respuesta?


...


...


... No...


¿Qué?


No...


No te oigo. Dilo más alto.


¡No! ¡No es así como quiero morir! ¡No estoy para nada satisfecho con mi vida! ¡Quiero hacer más, mucho más!


¡Entonces lucha! ¡Respira! ¡Sigue respirando! ¡Levántate! ¡Sigue luchando! ¡No pares de luchar!


Tienes razón. Reí, o al menos lo intenté. ¡Quién iba a pensar que yo pudiera dar tan buenos consejos!


Entonces todo volvió a ser silencio. Todo volvió a ser como al principio.


El dolor también.


Se sentía tan intenso. Mucho más intenso de lo que recordaba. Empezaba a ser abrasador, sentía fuego expandiéndose a través de todo mi cuerpo, sentía unas inmensas ganas de gritar. No entendía qué estaba ocurriendo.


En ese momento me di cuenta. El reactor. No sentía el reactor. Ya no estaba, o estaba roto.


No.


No puede ser.


El reactor no.


Sin el reactor no podía luchar. Sin el reactor no podía vivir.


Sentí tanto miedo, y como la sangre se me helaba de la peor manera. Pero, de repente, lo volví a sentir. El calor, el conocido calor del reactor, tan familiar como el latir de mi propio corazón. La tranquilidad me invadió, tanto mi cuerpo como mi mente se relajaron, a pesar del dolor que seguía presente, pero que ya había pasado a un segundo plano.



















¿Dónde estoy?


¿Hay alguien?


¿Qué ocurre aquí?


Me estoy moviendo, lo siento. Estoy caminando, no puedo parar. No puedo controlar mi cuerpo.


Entonces lo veo. Una luz muy tenue, que ilumina algo que parece una montaña. Me acerco, pero lo que me encuentro no es una montaña. Bueno, no el tipo de montaña que esperaba encontrarme.


La "montaña" era en realidad una enorme pila de cadáveres. Ya era horrible de por sí, pero aquello aumentó cuando distinguí a muchos de mis amigos en ella.

Además de mis supuestos amigos.


Natasha Romanoff, Bruce Banner, Clint Barton, Thor, Nick Fury, Maria Hill…


Y, en el pie de la pila, justo en frente de mí, con su escudo, roto, como siempre a su lado, estaba aquel a quien había amado más que a nadie, aquel en quien había confiado con mi vida, aquel que me había traicionado sin pensarlo dos veces, aquel que me había mirado a la cara durante años y mentido sin ni siquiera inmutarse…


Steve Rogers. El gran Capitán América.


Traté de alejarme, traté de apartarme, de huir de él porque sabía lo que venía ahora, y sabía también que no podría soportar que él me tocara de nuevo después de Siberia. A pesar de eso, mi cuerpo no se movió, no lo podía controlar. Tampoco pude apartarme a tiempo cuando Rogers me agarró del brazo y me dijo la frase que yo tan bien conocía.


Sentí que me sentaba en una cama, pero no lo vi hasta que no abrí los ojos con desesperación pocos segundos después. Sentí el sudor frío recorriendo mi espalda, y el grito aflorando en mi garganta, reseca y dolorida, supuse que había estado gritando desde hace rato. Sentí el pánico invadir mi cuerpo, empecé a temblar con fuerza. Sentí las lágrimas listas para derramarse de mis ojos.


-Shhh…-sentí unos brazos rodearme desde atrás y el susurro de una voz familiar y tranquilizadora hablarme.-Tranquilo, Tony. Estás a salvo ahora. Nadie volverá a hacerte daño nunca. Te lo prometo.

0 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page