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  • Foto del escritorbabochki_lyubov

Yo sin ti...

CAPÍTULO 1


-Príncipe Loki, mi señor, tiene que comer. Es por su bien, señor. Si no come morirá.

-Entonces moriré. 

La sirviente que estaba intentando convencerme de comer suspiró con resignación, la oí alejarse y salir de mis aposentos. No me moví de mi lugar en la gran cama que compartía con mi "hermano", que también era mi prometido, estaba hecho un ovillo mirando hacia la izquierda, dando la espalda al lado de la habitación donde estaba el armario, la mesilla de noche y la puerta que daba al baño. Llevaba días sin salir de ese nido de mantas que era ahora mi cama, puede que incluso semanas o meses, no lo sabía, había perdido la noción del tiempo hacía mucho. Solo sabía que había llorado tanto que mi ojos ya estaban secos. Thor, Odín, incluso Frigga, nadie había hecho nada para evitarlo. 

Odín había asesinado a mi hijo y nadie había hecho nada para impedirlo. 

Me sobresalté al notar algo caliente deslizarse lentamente por mis mejillas. Después de un segundo me di cuenta de que eran lágrimas, hacía días que me sentía incapaz de llorar, pero parecía que todavía había lágrimas por derramar en mis ojos. Ni siquiera hice el intento de limpiarla, ya no me quedaban fuerzas para nada más que respirar. Bueno, y llorar, al parecer. 

El dolor que había en mi alma, en mi corazón, era tan grande que las ganas de vivir menguaban cada día, cada minuto, cada segundo que seguía respirando. Ya nada valía la pena, ya nada tenía sentido para mi. ¿Qué me quedaba? Nada, lo había perdido todo. Mi libertad, mi futuro, mi reino, mi familia... Mi hijo. Lo único bueno que Odín me había dado con este compromiso forzoso con Thor había sido ese pequeño bebé, y aún así, él me lo había arrebatado. Me lo había quitado y lo había enviado lejos de mi, sabiendo que eso lo mataría. Odín sabía perfectamente que sin mi magia el niño sería incapaz de sobrevivir más de un par de semanas, a lo sumo. Y no le importó, su propio nieto y aún así lo mandó a su muerte sin inmutarse. Y Thor y Frigga lo defendían. Había esperado eso de Thor, al fin y al cabo, adoraba a su padre más allá de lo razonable, pero de Frigga, de la mujer que había sustituido a mi madre, de ella no me lo había esperado. Ya no me quedaba nada por lo que seguir luchando, nada por lo que seguir respirando o por lo que levantarme cada día. 

O eso creía...

Hasta que Heimdall apareció en mi habitación ese mismo día, unas horas más tarde y me dijo que fuera con él. Prácticamente me arrastró fuera de mi cama y de mis aposentos, hasta llevarme al portal que conectaba el Bifrost con el resto de los reinos.

-¿Y qué se supone que hago aquí, Heimdall?-pregunté irritado por tener que moverme de mi refugio, recordándome que yo estaba viviendo mientras mi hijo estaba muerto en alguno de los nueve reinos.-¿Qué quieres?

-Quiero que veas esto.-contestó él. Y enseguida me vi viendo a través de sus ojos, sin opción a replica alguna o a resistirme.

Pero lo que veían los ojos de Heimdall me quitó el aliento.

-¿Q-qué es es-esto?-pregunté, con miedo a la respuesta.-Dime que no es una broma, Heimdall. Dime que es real, por favor. Te lo suplico, dime que lo que estoy viendo es verdad.

Podía sentir las lágrimas, esta vez de alivio y felicidad, deslizarse por mis mejillas nuevamente. Lo que estaba viendo, lo que Heimdall me mostraba era a un hermoso niño, de no más de tres años, rubio, muy delgado y con una tos muy fea, con la piel demasiado pálida y con una apariencia demasiado frágil, pero era perfecto. Era todo lo que yo alguna había imaginado y más, era mi pequeño hijo, vivo, a salvo. 

-Es real. Tu hijo está vivo y está a salvo. Ha logrado sobrevivir 3 años con la poca magia que pudiste darle cuando nació. Es realmente fuerte, mi príncipe.-reí con alegría al escuchar las palabras de Heimdall.

¡Oh, claro que era fuerte! ¡Era mi hijo después de todo! Quise acercarme a él, tocarlo, abrazarlo, besarlo, calmar su tos. Quise tantas cosas, pero ninguna de ellas pudo ser. Sabía que nunca podría tenerlo cerca de mi si quería que siguiese vivo. Porque si Odín descubría que el "bastardo" seguía vivo, no dudaría en ir a Midgard y matarlo. De eso estaba totalmente seguro. Y yo iba a proteger a mi hijo de ese hombre, aunque fuese lo último que hiciese. No pude protegerlo la primera vez, pero no estaba en mis planes volver a fallarle.

-Puedes ir con él, si lo deseas.-la voz de Heimdall sonó lejana para mí, hasta que comprendí el significado de sus palabras. Inmediatamente me fueron devueltos mis ojos junto con mi propia vista.

-¿Cómo dices?-pregunté, aún con la impresión presente tanto en mi cuerpo como en mi mente.-Pero, si voy con él Odín lo notará e irá con él. Lo matará, y yo no lo permitiré.

-Yo conozco una manera de irte de Asgard durante unas horas, a lo sumo, sin que Odín ni nadie pueda detectarlo.

Yo lo miré esperanzado. Heimdall me estaba salvando, me devolvía a mi hijo y me daba la oportunidad de ir a verlo sin riesgo a que Odín fuese a por él. Pero algo me intrigaba.

-¿Por qué haces esto por mí, Heimdall?-pregunté, no pudiendo retenerlo más en mi interior.

-Porque nadie se merece sufrir lo que tu has sufrido, mi príncipe.-contestó Heimdall, mirándome, no con compasión como el resto de gente, sino con comprensión. Yo no soportaba que la gente tuviera lástima de mi. En otros tiempos lo hubiese aprovechado con gusto, pero ahora lo último que necesitaba era que esa gente hipócrita me diera el pésame por la "muerte prematura" de mi bebé. A mi y al inútil de Thor. ¡Cómo si eso fuese a devolvermelo! ¡Cómo si fuese a cambiar algo!

-Dímelo, Heimdall.-dije impaciente, mirando con desesperación al guardián del Bifrost.-Dime como puedo ir con mi hijo, por favor.

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